Ilustración:
Malena Lorenzo
Toda mi vida sentí rechazo por programas de televisión
como Showmatch, Gran Hermano, La isla del bailando, entre otros; y, sobre todo,
hacia la gente que, en un estado de profunda estupidez, admira y sigue la vida
(¿es posible decir obra?) de famosos que sólo muestran cuerpos trabajados y
operados o simplemente pasan las horas armando escándalo. Creía que era por el
mero hecho de querer llevar la contra. Ser diferente y lidiar con el resto es
algo que me satisface, me atrae. Sin embargo, hoy me doy cuenta que de a poco
voy entendiendo los verdaderos motivos.
Primero, son
programas que están vacíos de contenido. Lo único que hacen es mostrar amoríos
y traiciones entre famosos, mujeres que no prueban bocado hace años y que no
pueden armar al menos una oración que tenga sentido, hombres horribles pero
llenos de plata que creen que pueden comprar el mundo o llegar a ser
presidentes (como el caso del tan amado
Ricardo Fort), entre otras cosas. La mujer es un objeto, los hombres animales
movidos por impulsos y lo único que importa es el sexo y el dinero. Y mejor ni
hablar de valores.
Por otro lado, no se
dan cuenta de que quienes producen estos programas, quienes ustedes tanto
admiran, como podría ser la figura de Marcelo Tinelli, no son de su bando. No
podría decir del mío, sino del que aspiro a ser parte algún día. Ellos no
caerían en esta pavada. Ellos piensan, re-piensan y vuelven a pensar cada cosa
que ven. Ellos sí se cuestionan. Ellos sí son críticos. Ellos imponen. Y
ustedes consumen y consumen con los ojos cerrados. Mejor dicho, con los ojos
bien abiertos y los cerebros cerrados. Sus cabezas se llenan de nada, sus
conciencias se atrofian. ¡Y ni mencionemos su capacidad crítica! Estos tipos
son vivos y, es más, puedo decir con las manos en el fuego que se ríen de lo
imbéciles que somos y de lo fácil que caemos en su red, haciéndoles ganar miles
y miles de pesos.
No hablo sin saber.
Me detuve a mirar varios de estos programas con todas estas ideas en mi cabeza.
Miré el último Gran Hermano, observé a los participantes, a los conductores y
al público. La cara de Rial parecía hablarme. Su cara me decía: “Sí, Malena.
Mirá lo fácil que hago la guita. Mirá como caen todos éstos. Mira como caíste
vos. Mira como aman semejante estupidez. Mirá como llaman y gastan minutos y
minutos de teléfono desde todas partes del país, incluso aunque no puedan
comprarse el pan del día, porque es más fuerte que ellos. Y no lo vas a poder
parar.” Incluso fui a Goa, boliche donde los capos de los personajes desfilan y la gente muere por verlos. Ahí
lo viví bien de cerca. Lamentable. ¡Ni que fueran Los Rolling, che!
En fin, yo no los
culpo. Todos somos víctimas de una educación que va en picada y del bombardeo
de los medios de comunicación. Vendríamos a ser producto de éstos. Sus títeres.
¿No les da ni un poquito de bronca? ¿No les transmite ganas de ser un público
más exigente y hacerles pensar al menos un poco más para que logren captar nuestra
atención? Claro, a la hora de concretar una relación amorosa somos todos genios
del orgullo e histeriqueo. Ahí sí que somos todos difíciles. Leamos. No nos
quedemos con lo primero que nos dan. No nos creamos todo. ¿Vieron los nenitos
que están en la etapa del “¿y por qué?”? Estanquémonos en esa era.
Cuestionemos. Exijamos más. Saquemos conclusiones. A lo mejor así todo cambie
para mejor. Para pensarlo…
qué lindo, Male!
ResponderEliminarde acuerdo de acuerdo de acuerdo
felicitaciones!!
y también dibujás así?!?!?!?!
Por distintas razones, nunca me gustó el Gran Hermano. Creo que no tuvieron en cuenta todo lo que implicaba el concepto, surgido de 1984.
ResponderEliminarYo quisiera que compraran series como Doctor Who y The Bing Bang Theory.