Ilustración: “El sueño y la guerra” Beatriz Palmieri
-Anoche soñé con vos, le dijo alguien
a la mujer que estaba más acostumbrada a
escuchar frases con fuerza imperativa como:
-Hacé, andá, traé, ayudame, escuchame…
Y ella se quedó pensando, que justamente
esa noche, no había podido pegar un ojo.
Recordó ese viejo mito popular que dice que “cuando el sueño no llega en las noches es porque uno está en el sueño
de otra persona”.
-¡¿Pucha, será tan así,
entonces”?! Se preguntó. Sonrió, siguió haciendo, andando, trayendo,
escuchando…durante toda la tarde, repitiendo la misma frase.
-Digo, pensó envuelta en una sonrisa
picaresca comparable a la de un niño cuando está elucubrando su próxima
travesura, ¿qué tendrá que ver que sueñen con uno? Es tan amplio el catálogo de
sueños no impreso que darle importancia a ese comentario me parece casi
adolescente. Pero, ¿por qué no mantener aunque sea esporádicamente un pensamiento
más acorde a la mocedad que a la madurez? ¿Es que acaso tendrá fuerza de ley el
que los años se devoren todo? Anoche
soñé con vos, me dijo, y no me molestó
el comentario sino todo lo contrario.
Cuando cayó la tarde y
el silencio volvía a recuperar su espacio perdido durante las horas anteriores,
cansada de andar por cada rincón de la casa como si fuera una autómata, se
sentó frente a su computadora para echar un último vistazo a esa página de
noticias donde el mundo se veía tan desnudo como no lo mostraban en otros
sitios informativos.
Es que la verdad siempre
reditúa más cuando se la modifica; o
cuando se la toca por arriba; o cuando
directamente se la tergiversa. Esa página abierta durante todo el día y hasta
bien entrada la madrugada era su espacio
de trabajo con conciencia militante. Extraño trabajo a juzgar por más de uno
que no concibe la vida sin dinero mediante.
-Como todo en la cotidianeidad, lo que
menos problemas acarrea es mentir, la verdad duele, hiere, lastima, no obstante
la prefiero, aseguró como hablando para sí misma. Estaba tan segura de ello que
no dudó al pensarlo, en realidad la duda no era su fuerte cuando algo se
instalaba en esa parte del cuerpo donde sobreviven las ideas. Comenzó a recorrer cada letra, imaginando
escenas, indignándose, preocupándose y no era para menos.
-“Sigue el genocidio nazi en Palestina”,
es cada vez mayor la cantidad de niños masacrados que de no terminar tendidos en charcos de sangre, seguramente, con los años serían los futuros “terroristas”
al decir y pensar de más de un imbécil ¿Qué duda puede quedar de que esos
criminales sionistas son nazis? ¿Qué duda puede quedar si es más que evidente
que están reeditando un holocausto padecido por ellos mismos, años atrás? ¿Quién parará ese martirio si acaso quisieran
pararlo? Murmuraba desde esa argamasa que se forma cuando la bronca y la
angustia patalean en el alma.
-Colombia: “Nueve jefes paramilitares
que asesinaron a quince mil seiscientas sesenta y siete personas salen en
libertad habiendo pagado su condena con apenas siete u ocho años de cárcel”,
anunciaba otro titular. Además, ese
aparato criminal para estatal se está rearmando como ejército en algunas zonas
de esa geografía sangrante. En las otras nunca dejó de actuar apoyado como
siempre estuvo por el propio estado.
–¡Qué poco vale el espanto, qué poco
vale la vida para un gobierno si se permite semejante atrocidad bajo el
paraguas de una burlesca pseudo democracia genocida! Así dice buscar la paz ese gobierno cuando en
realidad está demorando cualquier intento de conciliación. Así también hay
quienes vieron la panacea esperanzadora
en esa administración que está mostrando la hilacha que nunca ocultó. Me
preocupa la continuidad de los Diálogos de Paz en esa tierra hermana herida, tanto
como me indigna la debilidad de más de un luchador histórico hoy actuando como
si fueran serpientes encantadas por un encantador famélico, truculento,
ilusionista. Siguió recorriendo las noticias, una peor que la otra, como siempre, pero que
había que decirlas.
-“Un congresista norteamericano
especuló con la posibilidad de que menores centroamericanos que cruzan
ilegalmente la frontera con EEUU fueran portadores del virus del ébola, mientras que la Organización Mundial de la
Salud reconoce que el tratamiento contra ese virus no alcanzará a los más
desfavorecidos”, siguió leyendo.
-Así que ahora empiezan a preocuparse
por ese virus que desde 1976 y de la mano del hambre está causando desastres en
el África. Tenía que llegar al norte de América y dejar tendido a un par de
blancos para que adquiera fuerza de flagelo. De seguir perfeccionándose la
manipulación de los laboratorios en pocos años estaremos en condiciones de
publicar en grandes títulos: “No hay más miseria en el mundo, gracias a virus
extremos lanzados al aire como serpentinas,
murieron todos los pobres, sobre todo los de raza negra” ironizó la
mujer.
-“ Honduras: Asesinan a
Margarita Murillo, dirigenta campesina y co fundadora del FNRP” fue otra de las
noticias publicadas en la página contra informativa.
Siguió recorriendo cada
renglón y los reportes eran similares, todos hablaban del descaro de un sistema
que se sabe agónico, pero que aún
muriendo sigue dejando su baba de veneno
cada vez más criminal. Fondos buitres chupando dinero, esfuerzo y sangre de
pueblos que no eligieron apoyarse en esos. Empresas contaminantes, tierra
desangrada, alimentos transgénicos, indígenas expulsados de su territorio tal
como hace tantos años. Guerras que continúan y guerras que se anuncian.
Empresas para la reconstrucción de países instaladas “previsoramente” mucho antes que las contiendas comiencen.
Farmacológicas a punto de quiebras se salvan gracias a la “colaboración
humanitaria” del bioterrorismo.
Realizado el recorrido, señalizando los artículos que debía abordar el
día siguiente, apagó la computadora y se
preparó para retirarse a descansar.
-Anoche soñé con vos, volvió a
recordar la frase que alguien le dijera esa tarde fría de un agosto que tenía
medio recorrido transitado. Cuatro letras que
parecían haber adquirido casi, casi, la fuerza de un mantra.
-Volvió a sonreír mientras cepillaba
su cabello como todas las noches. Tal vez, dijo mirando su propia imagen en el
espejo, con un poquito de suerte hoy tampoco pueda dormir… aunque no quiso
contarme qué papel protagónico ocupé en su sueño. Lo que sí, me aseguró, fue
que no me convertí en una pesadilla.
Y yo le creo ¿ por qué no?
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