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jueves, 25 de julio de 2013

AMOR QUE DUELE ©, por Carlos Alejandro Nahas, de Buenos Aires, Argentina


La verdad es que te extraño. No pensé que iba a ser así, luego de tanto tiempo sin verte. Te extraño y es que te quiero. Con un amor del duro, del que no se calma así nomás, no. Te extraño y ya no hay nada que pueda hacer. Te extraño y te necesito. Pero la vida exige decisiones, de las difíciles, de las jodidas. Y yo tomé la mía. Y ahora cada día que pasa te extraño más.

            Al principio pensé que te iba a extrañar cuando las cosas estuvieran mal en casa. Como paño de lágrimas, como casi siempre. Pero me doy cuenta de que no es así, que te extraño a toda hora, día y noche. Que salgo a la calle y pienso en vos, en cómo estará el tiempo, en si estarás pasando calor, frío, lo que sea. Ahora que anda todo bien en casa, que hay una calma chicha, me doy cuenta que no, que te sigo extrañando y te extrañaré toda la vida. Porque tomé decisiones tal vez equivocadas, tal vez empujado por mi mujer, pero especialmente por mis hijos. Que no merecían una vida así. Por ser hijos míos, por ser – al menos dos de tres – chiquitos – y porque la vida en esas condiciones no tenía sentido ya ni para mí ni para vos.
            Sé que te abandoné, casi como a un perro. Sé que vos tenías otras expectativas. Sé qué no tengo idea qué es de tu vida y probablemente ya no lo sepa nunca jamás. Pero no puedo dejar de pensar en vos. Y no te creas que te pienso solamente en “esos” momentos, donde todo era sublime. No. También extraño otras cosas de vos. Miles. Tu piel suave, tus caricias, tu mirada arrobada cuando yo te contaba cientos de cosas en la intimidad. Compartíamos millones de gustos, fue mucho tiempo juntos. Menos del esperado. Más del que se puede aguantar.
            A veces me parecía que te metías en la cama entre mi mujer y yo, y el hecho de imaginarme eso resultaba intolerable. No había noche en que no me despertara pensándote allí. Y eso me causaba aún más frustración, dolor, angustia.
            Te dejé y de la peor manera. La verdad es que yo no conocía otra forma y vos no me diste un solo indicio de que pudiera haberla.
            Te extraño y te extrañaré toda la vida. No te merecías un final así. De ninguna manera. Y es por eso que no me alcanzará esta vida para pedirte perdón por la forma en que te abandoné.
            Te quiero Michifuz, mi viejo gato, mi querido gato siamés. Tu lugar jamás será ocupado por ninguna otra mascota. Te quiero y te extraño. Y estés donde estés te mando un beso grande y mi pedido de perdón.
Tu dueño.

2 comentarios:

  1. Siempre es un gusto leerte, Carlos. Saludos!!

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  2. Muchas gracias, Hernán. Este cuento no es de lo mejorcito mío, pero ya estaba en galera. De acá a tres semanas saco uno de los "del bar" que es desopilante. Se llama "LUNITA TUCUMANA". Un gran abrazo

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