I
Alborada
Guardado todo
está. Parece solo
el devenir
humano hacia adelante.
Oscura la
mañana, apabullante
el aire humedecido. El dios Eolo
dibuja entre la atmósfera cambiante
su danza
milenaria , el protocolo
que cumple
diligente , polo a polo
con vientos
más cercanos o distantes.
Tal vez esta
tensión que percibimos
es prueba de
conciencia que agudiza
la captación
del mundo en que vivimos.
Esta
insatisfacción se patentiza
en íntimo deseo que sentimos
de la alborada
en flor ¡siempre huidiza !
II
Reconocimiento
Forma parte de
todos desde la misma esencia
y marcha con
los ritmos de nuestra propia vida.
Se integra en cada
mente, ya despierta o dormida
como un
develamiento y a la vez una ausencia.
Susurra en
cada oído su mensaje. Atrevida,
nos tienta
con Edenes y ensueños la conciencia.
Retumba en
cada pecho y marca la falencia
de estos seres
complejos que somos , de la herida
que está
abierta en nosotros desde la propia herencia
a través del dualismo
que en nosotros anida
como una
paradoja contradictoria y necia.
Invoca los
esfuerzos del alma decidida
a buscar
horizontes y paliar la carencia
¡en el espacio
eterno de la Paz encendida!
III
Encuentro con la alborada
¿Cómo hallar
el camino que conduzca a su encuentro?
¿Dónde la ruta
cierta? ¿Dónde el claro sendero
que llano y
distendido cubra ese derrotero
y logre
¡finalmente! el ansiado reencuentro?
¿Qué frenos
pone el hombre? ¿Cuál juego vil, artero,
despliega con sus
fichas el drama desde adentro?
¿Quién no
brinda su mano? ¿De qué oscuro epicentro
brotan las
decisiones del poder traicionero?
¡Ay, el dolor
del mundo! ¡Ay, la triste cosecha
que aumenta los poderes, el triunfo y los recursos
divorciados
del ser! Marte va, como flecha
cruzando los
espacios con sus sangrientos cursos
¡Frente al dolor
y el odio hoy levanto mi endecha
con poético
fuego más allá de discursos!
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