Portada: Monumento 11-M (cortesía José Luís Ayuso)
III
« Si la riqueza no vendrá a los hombres, los hombres irán a la riqueza ». La citación de Alfred Sauvy[1] se acopla sólo a medias con la realidad socio-religiosa de los 2 096 600 inmigrantes magrebíes en Europa entre los cuales más del 50% son marroquíes, un poco menos del 30% argelinos y más del 14% son tunecinos[2].
[1] Especialista francés en los flujos migratorios.
[2] Cifras del 2003 y del momento del 11-M.
En efecto, los mecanismos, inicialmente contemplados para favorecer el diálogo Inter.-estatal sobre los temas de la inmigración como las múltiples sesiones del Diálogo Euro-Mediterráneo 5+5 y sus incontables conferencias sobre el flujo migratorio mostraron siempre una preocupante negligencia hacia lo que se podría llamar « integración religiosa » en el sentido de velar por una sana religiosidad y el respecto de la tolerancia de la religión importada. Para los inmigrantes musulmanes, ello quiere decir un Islam universal basado en valores nobles, sean occidentales u orientales que, más que contradictorios como algunos han aprovechado para dar crédito a sus tesis reduccionistas, son complementarios e incluso indispensables a una convivencia pacífica de conformidad con las leyes de cada país de residencia y de sus leyes.
No fue así...a pesar de que según Naciones Unidas, cerca de 175 millones de personas. O sea: el 3% de la población mundial vive fuera de sus países de origen[1].
En ausencia de un estatuto jurídico claro y contundente del Islam en España (y en Europa) y asimismo de un debate sano y democrático de los actores musulmanes en torno a los aspectos legislativos y sociales sobre el ejercicio y culto musulmán, el contagio del radicalismo entre los inmigrantes magrebíes de España, « economizados » hasta entonces, comenzó a surtir efecto.
Madrid estrenaba temporada. Recién acabadas las rebajas de las rebajas, muchos inmigrantes lucían sus « conquistas » en las « ofertas » del Corte Inglés o en el rastro madrileño los domingos. La mayoría de ellos sabía que en Madrid entre « ganga » y « ganga » hay siempre otra « ganga »…. Incluso en las ideas, visiones y creencias. Pero tampoco faltaban los que, dando riendas sueltas a sus imaginaciones en torno a las informaciones entre los inmigrantes sobre las detenciones en la operación «Lago», tejían las más extravagantes de las psicologías del rumor.
— Dicen que el 70% de los detenidos son marroquíes.
— ¡Claro! porque Marruecos es el principal país de origen de los musulmanes que estamos acá en España.
Psicología de rumor, campo abonado para redes yihadistas con tareas de carácter logístico que aprovechan la sencillez que roza la indecencia de muchos, su ineptitud intelectual y su gran sensibilidad ante/hacia todo lo que no se ha podido realizar en esta vida y lo puede ser en la otra para convertirlos en instrumentos al servicio del extremismo y el odio. Fingen proporcionar protección y cobijo cuando en realidad « cazan » a los más vulnerables para su posterior reclutamiento radical.
Psicoanalistas en el modo de determinar el perfil de quien toda su vida era periodos tumultuosos, las redes yihadistas prefieren en su captación para el entramado terrorista global a compatriotas de la segunda generación de inmigrantes con una feliz inconciencia.
Todo el mundo no veía más que manos tendidas y generosidad en donde sólo haya sacrilegio y miras explícitamente fundamentalistas.
A falta de respuestas nadie pregunta... nadie quiere preguntar. Reflexión biótica de quien, sin saber por qué ni cómo ni desde hacía cuándo, comenzaba a preferir el fracaso del ajeno al éxito propio.
Todos, unos más que otros, se fueron convirtiendo en trofeo de guerra... su guerra... la del injustificado odio y del desplazado rencor.
Encarnación de una frustración que nació de la necesidad absoluta. El tiempo se encargó de inculcarles que no siempre ocurre lo que se desea.
Las repentinas redadas en Madrid y en otras ciudades españolas contra los « ilegales » eclipsaban toda otra cuestión y monopolizaban las discusiones y las tertulias entre los inmigrantes sin « papeles ».... toda una augusta ocasión para necesitar la « colaboración » de estos « hermanos » venidos de donde nadie sabía pero que todos admiraban su plasticidad social y religiosa.
— El atuendo no hace el monje.
— Ni el turbante un F’kih.
— Es que era tan lógico lo que nos contaba Nasser.
— Sigue escuchando a este predicador terrorista y verás donde vas a acabar.
— Bueno...
Nadie explicará nunca el, cuando menos, extraño comportamiento de los diferentes servicios de seguridad españoles ante tan peligrosa proliferación de la literatura terrorista ni por qué tanta tolerancia ante tan seria amenaza.
Ante la ausencia de las medidas que se imponían por estos servicios de seguridad para hacer frente al inquietante fenómeno, gran parte de los magrebíes de los suburbios de Madrid comenzaban a considerarlo como normal e incluso oficial u oficiosamente correcto.
— Pero ¿Por dónde andas, Hakim?
— Entre la casa y los niños, me turno nocturno en el hotel y el pequeño locutorio de Lavapiés. Cada uno en un lado.
— Pero bueno, Hakim ¿Y los amigos?
— Ya te lo digo Yussef no tengo tiempo.
— Ni para rezar.
— Ni para esto. Rezo en casa.
— No te creo. Hay gato encerrado.
— No hay ningún gato encerrado.
Todo comenzó con un «el que no duda no sabe cosa alguna» con que Hakim respondió cuando se le ha pedido una «pequeña contribución» a una obra de caridad.
— Yo llevo aquí 27 años. Mis hijos son de nacionalidad española y nunca me encontré en algún tipo de actividades ilícitas…
— ¿Ilícita?
— Eso. Quiero decir que debo conocer con detalles y precisiones el destino de mis contribuciones y las de vosotros.
Nadie se atrevió a comentar la protesta de Hakim… por que nadie tenía «zorra» idea a dónde iba el dinero de las frecuentes colectas en el barrio.
Muchos, como Hakim han tratado más de una vez de «saber un poco más» pero tuvieron que renunciar debido a la exhortación de «gente de buena fe».
Con sus barbas, sus tónicas de extravagantes colores y sus atuendos afganos, Lavapiés se transformaba paulatinamente en una nueva Kandahar sin que ello atrajera la curiosidad de las continuas rondas de la policía local.
— Esto es peor que Marruecos. Los hemos contagiado.
[1] Cahiers des Migrations Internationales (Rapport sur les migrations et le développement au Maghreb Central) por Mohamed Saïd Musset
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