Al Papa Francisco
El alma en
flor espeja tu rostro decidido
ante el inmenso voto que se alza
ante tus ojos
te ofreces
plenamente sin pena ni sonrojos
y alzas al mundo aciago con ancestral sonido
el Padre
Nuestro Eterno rezado entre despojos
del cruel
materialismo que aún ata al hombre herido
y con
prudencia justa instas al renacido
espíritu
fraterno sin rencores ni enojos.
Francisco de
los pobres, Francisco de la gente,
nos tomas de
la mano e inscribes en nosotros
tu marca
apasionada, la fuerza trascendente
de la
hermandad humana, del Uno con los Otros
¡Eres el religante
sutil y transparente
que nutre
nuestra vida con fúlgidos calostros!
Hermosa poesía!
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