Esta página intenta ser un espacio multicultural donde todas las personas con inquietudes artísticas, en cualquier terreno que sea puedan publicar sus creaciones en forma libre y sin ningún tipo de censura. Son bienvenidas todas las muestras de las bellas artes que los lectores del blog nos quieran acercar. El único criterio válido es el de la expresividad, y todo aquél que desee mostrar sus aptitudes no tendrá ningún tipo de censura previa, reparos o correcciones. Este espacio pretende solamente ser un canal más donde los artistas de todas las latitudes de nuestra Iberoamérica puedan expresarse. Todas las colaboraciones serán recibidas ya sea en nuestro correo todaslasartes.argentina@gmail.com o bien en nuestra página en facebook denominada "Todas Las Artes Argentina" (Ir a http://www.facebook.com/profile.php?id=100001343757063). Tambièn pueden hacerse amigos de nuestra Página en Facebook yendo a https://www.facebook.com/pages/Todas-Las-Artes-Argentina/249871715069929

miércoles, 5 de noviembre de 2014

POBRE MIMA, por Pastor Aguiar, de Estados Unidos (nativo de Cuba)


Pobre Mima.  Ella, en su apasionada locura, quería lo mejor para mí.
Imagina, fui su primer parto en aquella finca tan alejada de los médicos. Me parió gracias a un estornudo, después de mediodía pujando, haciéndose la idea de que era su estreñimiento habitual y en el próximo segundo, iba a defecarme. Y ya no tenía fuerzas ni para pensar cuando la mosca se le coló nariz adentro, causándole el estornudo que me precipitó entre el rollo de sábanas ensangrentadas. En aquel momento llegaba Natividad, la partera, quien me separó de Mima con un tijeretazo.

Debe haber sido la anemia cerebral lo que la dejó “ida del queso”; aunque se esmeró mucho en amamantarme durante las primeras semanas, y cuando se dio cuenta de que su leche era un agua azulosa incapaz de hacerme crecer, llamó a la prima Teresa, recién parida también y con unas gigantescas tetas inagotables. Entonces sí que quemé las etapas y en seis meses parecía un pichón de ternero.

Así fueron llegando los tiempos de sus ensayos conmigo, para hacerme un hombre de provecho, un verdadero campeón en todas las materias.
Su viudez la protegía de testigos, así que se dedicó a alimentarme con huevos de tortugas, testículos de toro y carne de caballo. No faltaron los cocimientos de raíces de palma real con miel de abejas de la tierra y los enemas semanales para mantenerme libre de empachos.
No había cumplido los cinco años y me hacía montar a caballo y correr a la caza de las gallinas más jíbaras. Aunque eso era sólo el desarrollo físico. Donde puso verdadero énfasis fue en lo intelectual, y se pasaba las horas leyéndome la novela Paradiso, Rayuela y El Péndulo de Foucault, como una preparación para La Montaña Mágica y El Recurso del Método. De fondo, siempre la radio en una estación de óperas.
Algunas tardes, cuando los muchachos salían de la escuelita primaria, Mima me sacaba por una oreja hasta el portón. Desde allí asumía porte de vigilante sobre el palo mayor para señalarme casi siempre a Hilario, un gigantón de brazos de gorila.
_ Arriba, pártele derecho y rómpele la cara al hijo de puta.
Allá iba yo con aires de condenado a estrellarme contra el grandulón; pero como a la quinta vez Mima me había ido relatando sus puntos débiles, y de pronto le soné una patada en los testículos que lo tiró sobre el camino real, mientras las chicas me gritaban.
_Aprovéchalo al muy abusador.
En esta materia de las chicas Mima nombró a mi tío Marto como mentor, porque algunas de ellas comenzaron a mirarme inquisitivamente, a quererme hacer cosquillas ya sabes dónde, y yo sin saber si dejarme o si tomarlas como a otros Hilarios.
_ No seas comemierda_ Me dijo Marto, déjate tocar haciéndote el bobo y de a poco las vas manoseando entre las piernas, donde tienen la cosa, ya sabes, el pozo ciego.
_ ¿Qué pozo ciego, tío?
_ La coneja, coño, por donde mismo te parieron a ti. Ya verás cómo se aflojan y se te dan cuando menos lo esperas. A la primera que se descuide le pones la mandarria.
Pero no fue tan fácil lo de ponerle la mandarria a Anita la de Nicolás pincha la yuca, porque me estrelló la maleta con todos los libros en medio de la frente y bolsas de hielo fueron y vinieron durante una semana.
A todas estas mis primos me evitaban como a una epidemia, porque no lograban entender mi idioma mezcla de latinismos y párrafos completos de Paradiso, sin mencionar que si miraba hacia la arboleda les gritaba.

_Miren, Persea Americana, Manguifera Indica, Musa Paradisiaca, la puta de la madre que los parió, ignorantes.
A tales alturas, nadie se fajaba conmigo, porque tenía una fuerza descomunal y ya había estrangulado dos cabras y cortado la cabeza a medio gallinero.
A los siete años Mima me matriculó en la escuelita primaria con la idea de que yo enseñara a la maestra; aunque me costó buenas tandas de reglazos por la cabeza y expulsiones diarias, como aquella en que me puse a berrear La Donna é Mobile cuando ella nos obligaba a la tabla del nueve, y retorciéndome una oreja me fue arrastrando hasta el patio. Nunca olvido sus gritos.
_ Mosquita muerta, deja que se lo diga a tu madre.
Finalmente, a mediados de curso, Mima me dijo.
_ Hijo, no pierdas más tiempo con esos estúpidos. En agosto vas para la secundaria del pueblo, pronto serás astronauta.
Sin dudas que así hubiera sido; pero sucedió algo insólito, un día de agosto. Recuerdo que Mima preparaba su café a las tres de la tarde cuando un rayo rajó el techo y se le vino encima.
La cocina se convirtió en una masa de humo oliendo a pólvora y ella se precipitó hacia la sala donde yo desarmaba un radio para encontrarle los locutores y asesinarlos. La vi llegar completamente desnuda, sin un pelo en el cuerpo, muerta de risa.
Al rato se puso su vestido de salir y regresó junto a mí.
_ Pepito, vete a jugar un rato con tus primos, y compórtate como un muchacho normal, olvida toda la porquería que te he enseñado.
Yo quise hacerle caso, como siempre; pero algo se había roto entre nosotros, entre mí mismo y la realidad, y cuando salí en busca de los primos, ellos no me creían, sospechaban de alguna treta, se escabullían con lo de “me están llamando”, “déjalo para mañana”.
Supuse que la culpa había sido del trueno, que Mima se estaba volviendo loca, y me empeñé en seguir sus consejos de antes, de cuando era la gran generala.
Cómo iba a aprender a ser un hombre normal, de ahora para luego, una normalidad que antes era estupidez, si ya en agosto iría para la secundaria sin haber terminado el segundo curso de la primaria, si en apenas un par de semestres andaría rumbo a la luna en un cohete espacial como los de Julio Verne.
Así que llamé a mi tío Marto para pedirle consejos.
_ Tú sabrás mejor que yo_ Me dijo rascándose el cogote_ Yo la veo diferente, y tú no has cambiado…sigue tu camino, que si no has preñado a nadie hasta ahora, en la secundaria te sobrarán oportunidades, y a la mierda lo demás.
Pero no tuve apoyo en lo de la secundaria prematura, Mima no se parecía a la de antes, y andaba noviando con un vecino recién llegado a la sitiería, para colmo casado. Fue cuando conocí los celos con su carga de odio. Mi primera reacción fue la de matar al tipo, darle un leñazo con un buen palo de monte por la cabeza. Suerte que tuvo, porque ella descubrió mis intenciones y estuvieron citándose en secreto por varios meses.
Yo no tuve más remedio que seguir en la primaria, tratando de aprender a ser un chico normal, mientras una tristeza incurable se fue adueñando de mí.

2 comentarios:

  1. Me siento agradecido y muy honrado al ver este cuento humilde y vivencial es estas páginas. Pido disculpas por la tardanza en dar fe de mi agradecimiento. Estaba liado con mil cosas, pero Jeni me había dado la grata noticia. Un abrazo grande, amigos.

    ResponderEliminar
  2. No tienes que agradecer nada Pastor. Eres un "amigo de la casa" y además un excelente y gran escritor. Mientras nos quede un hálito de inspiración te seguiremos publicando con todo nuestro afecto y admiración.
    Eva y Carlos

    ResponderEliminar