6 – En algunas de tus respuestas
denotás cuánto gravita en vos el sentimiento de la amistad. Me llega, me
identifico. Y como resulta que anoche terminé de volver a leer –quinta vez- ese
extraordinario “Argentino hasta la muerte” de nuestro César Fernández Moreno
(la primera edición, la del ’63, por Sudamericana), arribo a la página que
antecede al índice: “Dedicatoria”; allí, antes de nombrar a los once varones
(Francisco Urondo, Miguel Brascó, Ramiro de Casasbellas…) a los que dedica cada
uno de los once poemas que conforman el poemario, señala: “Los amigos son
distintas versiones de uno mismo, piedras de toque de nuestro vivir, que en mi
caso es tal vez sólo escribir, ya que sólo en el escribir he podido tal vez
conquistar la plena libertad de mi vivir.” ¿Qué nos podrías agregar, Alberto?
AB – En alguna etapa de la vida es probable que la
amistad tenga más que ver con esa suerte de apareamiento de los afectos con un
otro, más por lo que se nos parece que por lo que difiere de nosotros. Me
parece razonable que así sea cuando el humano, en los primeros años de su vida,
busca reafirmar su identidad, siempre frágil, ante la evidente superioridad, tanto
de lo llamado real como de lo imaginario.
Después, es discutible si los amigos son o no son otras versiones de uno
mismo, o cuan bueno es que sea de ese modo. Tengo para mí que si algo me
enriquece es lo diferente y no lo semejante, y que si algo me hace crecer como
persona es lo que se me opone y no lo que me facilita las cosas o me mantiene
en zonas de comodidad. Ya que estamos con esto recuerdo una frase del
Zaratustra de Nietzsche que dice que el hombre del conocimiento tiene que
aprender a amar al enemigo y a odiar al amigo. Si la experiencia poética es,
como sostengo, una forma azarosa e
inefable de acceder a espacios de conocimiento (y a lo mejor por puertas no
convencionales), además de una experiencia estética, de un lenguaje para dar
testimonio, y muchas otras cosas más, entonces esa frase se comprende más
fácilmente aunque no sea sencillo digerirla.
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-¿A qué cuestiones, iniciativas, vínculos…, estuviste abocado, y lo hayas o no
obtenido el objetivo, te promovió decepción?
AB – No sabría
decirte. He tenido una vida simple, con sueños y pesadillas a mi escala, creo.
Decía, siendo un chico, que me gustaría ser físico nuclear o piloto de aviones,
pero nunca me lo propuse seriamente, tal vez por pereza o falta de determinación;
cosas de chicos. Y por otra parte parece que he aprendido a manejarme bastante
bien las decepciones como para dejarlas atrás en el tiempo sin
sobredimensionarlas o llevarlas a cuestas como las famosas heridas abiertas…;
también he tenido la fortuna hasta ahora de no padecer grandes desgracias
personales, y esto debe ayudar bastante.
8 - Parece que Juan Ramón Jiménez
opinó que Pablo Neruda era un gran mal poeta. ¿Opinarías así de alguno?... Y si
lo hacés, ¿por qué?
AB – Creo que hay poetas y también hay escritores que
escriben versos. Los poetas verdaderos han sido, son y serán pocos. La poesía
es un algo muy hondo, una especie de juego grave y a la vez uno de los más
serios que existen, y que se debe realizar a conciencia sin saber nunca del
todo si sirven las herramientas que tenemos, o ni siquiera cuáles son, y cuál
es el resultado. Especialmente, la gran obra me atrevería a decir, el gran
trabajo, es el de la preparación del poeta, la construcción de sí mismo como
poeta. Esta seriedad no quiere decir solemnidad, ni que uno de los recursos de
la poesía no pueda ser el humor; hay humoristas que hacen un trabajo poético, y
son poetas. Tampoco quiere decir que no nos riamos de nosotros mismos, y de
nosotros mismos, también, en nuestros intentos con la poesía. Se trata de un
hacer para ser, que debe ser tomado muy seriamente como para que cualquiera de
los que escribimos algunos versos andemos por ahí llamándonos poetas. Voy a
hablar por mí y de mí: escribo versos desde hace casi 40 años y si quienes los
lean creen que lo soy, estaría bueno que, para sí mismos, lo fundamenten, más
allá del halago que pueda significar para mí ser llamado poeta. Esta regla que
me aplico, la uso como norma.
Respecto de lo que
dijo Jiménez, pienso que Neruda era un coloso de la imagen y la palabra, sin
embargo tan disímil de Vallejo, o de Montale, o de su tradicional rival Vicente
Huidobro, por hablar de naves del mismo calado y para hacer corta la lista;
habría que ver con qué comparaba en su interior y hacia afuera Juan Ramón
Jiménez cuando emitió esa opinión. No obstante me parece un buen juego de
palabras, una especie ingeniosa de oxímoron.
9 - ¿Las poéticas
de qué autores dirías que han logrado –satisfactoriamente- “descolocarte”?
AB – La primera gran descolocación tuvo que ver con mi
descubrimiento del lenguaje poético y sin duda fue Rilke. Fue para mí una
suerte de dislocación del mundo…; algo de límites y alcances antes
insospechados. Felizmente la capacidad de asombro y la mirada inocente sobre el
espacio poético (ojo, dije inocente, no ingenuo) sigue viva y me logro asombrar
siempre que aparece algo que me descoloca. No me engancho con la cosa
sentimental o el juego deliberadamente efectista; sí, lo hago, con esas
relaciones que permite el lenguaje que abren la mente a ver las cosas de otro
modo; ése es el gran trabajo poético, así se crea un mundo que amplía la mirada
sobre lo que nos rodea. Desde ese lugar nos sorprende Juan Gelman. Desde su
talento para estas cosas nos deslumbran Pound y su hijo Eliot, o Dylan Thomas,
y más aquí cerca Juanele Ortiz o Francisco “Coco” Madariaga, o el ingenioso y
meticuloso Borges.
No pierdo de vista que
hay una muy interesante movida poética entre los jóvenes, con resultados
sorprendentes y procedimientos absolutamente innovadores de ver el mundo.
10 - Ante la eventualidad de que
te impongan la multi reencarnación en un científico, en dos deportistas, en
tres árboles, en cuatro aves, en cinco directores cinematográficos: ¿A quiénes
elegirías? Y si te es posible dilucidarlo, ¿por qué?
AB – No creo en la reencarnación pero vamos a jugar un
poco. No tomaría ninguna de esas opciones, elegiría el innumerable aire (con ese adjetivo que usó un poeta griego para
denominar la brillantez de mar picado en un mediodía de sol; dijo: “la innumerable risa del mar”. Hace unos
días, leyendo una novela que me prestó un amigo y que me tiene atrapado (“El reino de los réprobos”, de Anthony
Burgess), un personaje, de los múltiples que pueblan la obra, piensa: “acaso las palabras no fueran sino formas del
aire”. Otro ejemplo de mirada poética de un escritor que escribe novelas y
que bien puede ser un poeta. Sí, elegiría el aire, sin duda, por ser metáfora
de la libertad, y por esa probabilidad que nos abre la frase.
11 - ¿Creés que fue modificándose en las últimas décadas la relación de
la poesía con el mercado editorial del libro? ¿Y el panorama de la creación y difusión de la poesía en la actualidad?
AB – Sí,
absolutamente. No sólo por la irrupción de la web, los blogs, las redes
sociales y todo lo basado en la tecnología, con su sueño de instantaneidad y
omnipresencia. Casualmente, hace una semana, escuché a una poeta decir que una
potencial alumna de sus talleres no podía enviarle poemas, de los más
recientes, porque le habían robado el celular: la chica escribía sus poemas y
los tenía guardados en la memoria del celular.
En otro orden, Amazon poniendo en
jaque a la industria editorial, es una incógnita en el sentido de no saber a
dónde va a parar la producción y comercialización de libros. Igual creo que es
un tema que no desvela a los poetas, aunque sí, creo, no debe ser visto con
liviandad. No obstante, escritores y poetas van a seguir habiendo. En el ámbito
local, la irrupción de editoriales independientes, pequeñas, muchas de ellas
muy buenas, van ampliando el panorama para la publicación de poesía.
12 - ¿De qué atributo, que tengas o hubieras podido
tener, jamás te jactarías? ¿Qué te saca de quicio? ¿En qué tipo de situaciones
es más factible que des tu brazo a torcer? ¿Te cuesta, en ocasiones –o te
costaría-, explicar –o explicarte- por qué te atrae determinada cosa o asunto?
¿Te tocó, en alguna etapa de tu vida, sentirte “un bicho raro”, o sospechar que
los demás pudieran estar percibiéndote de ese modo?
AB – No lo sé, no me he puesto a pensar mucho en lo que me preguntás. Sí,
me saca de quicio la injusticia, una “cualidad” ampliamente distribuida,
socializada, en este pedazo de tierra y agua, con aire respirable, que llamamos
planeta. Han habido (hay y habrá) muchos momentos en mi vida en que, por alguna
causa, no siempre del todo clara, o absolutamente oscura, me he sentido descolocado del mundo, como
mirando los seres y las cosas desde atrás de un cristal y aislado en un
universo propio y ajeno a todo. Pero he aprendido bastante a convivir con estas
zonas opacas de uno mismo, donde pasan
cosas que uno nunca sabe porqué ni para qué ocurren pero están allí, salen
de allí, suceden, son parte nuestra y, eso sí, son nuestra responsabilidad. No
nos hagamos los pelotudos de decir “ay, no sé..., es que me puse medio loquito
y no sabía qué hacía o qué me pasaba”: …esa historieta de irresponsables, no.
13 - ¿Dirías que sos intuitivo o que a veces
actuás a base de corazonadas? Y además encomillo un par de frases de una novela
de Murakami: “No era un dolor intenso”: ¿es prosa? “Era tan sólo el recuerdo de
un dolor intenso”: ¿es poesía?
AB – A esta altura de mi vida no sé bien lo que soy, me resisto a ese verbo
que te congela en un modo fijo “de ser”, prefiero el verbo hacer, y ser lo que
hago mientras el tiempo me de. Procuro alguna forma de equilibrio entre esas
dos supuestas oposiciones: lo intuitivo y lo racional. ¿Y si lo intuitivo fuera
una racionalidad no racionalizada todavía porque nadie lo pensó de ese modo? Me
gusta a veces hacerme estas preguntas aunque puedan parecer absurdas. Recuerdo
en algún poema, escrito hace mucho tiempo, haber puesto algo así como que “el
azar es, acaso, una certeza desconocida”. Y las palabras, la palabra…con su
feroz y hermosa cualidad: poder decir cualquier cosa; debemos tener un enorme
cuidado con la palabra y las palabras.
Hay un algo de poesía flotando en lo
de Murakami. Hay novelistas que son poetas (lo quieran o no). Si no mirá cómo
Thomas Pynchon comienza su famoso libro “El
arco iris de gravedad”: “Llega un grito a través del cielo. Ya ha
ocurrido otras veces, pero ahora no hay nada con qué compararlo.” . (sigue el próximo martes)
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