Si usted está resuelto a irse de parranda a un bar de mala muerte. Lea con
cuidado las siguientes instrucciones. ¡Créame le salvaran el pellejo!
Escoja el bar de su
elección. Al llegar ubique al velador,
¡in-dis-pen-sa-ble! si no quiere volver a casa en taxi. llámelo por cualquier
nombre. El velador aturdido probablemente por alcohol o drogas que consumió ,
tratará de reconocerlo, entonces él
aclarará que su nombre es Rafael, pero que los cuates lo llaman “El
Guacha mil”. En esos momentos usted
acaba de comprar el seguro del automóvil. Cuando entre al bar y lo ciegue la
oscuridad parcial del ambiente, espere unos minutos para que sus ojos se
adapten. Entonces comience a saludar a cuanto parroquiano se atraviese en su
mirada.
Solicite una mesa desde la cual podrá dominar el ambiente,
siempre trate de sentarse de espalda a la pared, para evitar sorpresas. El
mesero se acercará para preguntar que desea de beber. Usted le indica lo de
siempre. De verdad que el pobre tipo tratará de exprimir sus neuronas para
recordar cuando fue la última vez que lo atendió. Usted de manera complaciente
se dirigirá por su nombre (la mayoría trae un letrerito agarrado de la solapa,
si no, aplique lo del velador. ¡Ya tiene a un aliado! Las chicas al verlo solo
en la mesa, se acercarán para ficharlo, no lo debe de permitir. Usted debe de
tener el control, argumentará que está esperando a su chica, el ser propiedad
de otra mujer en ese bar, garantiza que no le vean la cara de tarugo y se
disipa la amenaza de ser despojado hasta del celular. Una vez que identificó a
la chica que desea, solicité a su nuevo aliado, el nombre de la dama. Teniendo
el dato, espera la oportunidad de llamarla usted mismo.
Al escuchar su nombre
proviniendo de un desconocido, provocará que lo mire de arriba hacia abajo,
Inútilmente estará recordando cuando se revolcaron. Son tantas “revolcadas”,
que sólo recuerda aquellas de tipos muy
intensos. La curiosidad es una virtud de las mujeres. Esta chica no será la
excepción, se acercará y usted aprovechará para contarle sobre la última noche
que estuvieron juntos. ¡Claro! Debe exagerar para poder provocar el efecto
deseado. Llevarla al cuarto mediante un módico arreglo económico inferior a la
tarifa oficial. Si lo logró es que siguió estas
instrucciones al pie de la letra.
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