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martes, 21 de mayo de 2013

LA DESPEDIDA CON NIRVANA, por Gustavo Grazioli, de Buenos Aires, Argentina


Sonaba About a Girl y con la voz desgastada de Cobain que nos envolvía, hablábamos con mi compañera, la posibilidad de hacer un viaje a algún lugar montañoso o donde se conciba algo de paz. Al principio costó decidirse por un destino, porque le escapaba un poco a viajar en pareja. Dice que tiene miedo de que la invada ese pánico estremecedor a las compañías y tenga que salir corriendo, al grito de: No me toques, por favor. Estuvimos varias horas discutiendo los pros y los contras de hacer esto juntos, hasta que de un momento a otro, se paro de la silla y parada frente a mi, dijo: Te odio, pero me encanta. Sin entender bien lo que pasaba, no le quite la mirada, pues seguía diciéndome cosas sorprendentes: Estas totalmente loco - seguía - y le diste un giro inexplicable a mi mundo. No puedo creer que estemos hablando de un viaje, cuando hace un mes que te conozco.
Al quedar un poco de silencio, aproveché para preguntarle si finalmente viajaríamos y me contesto un: si; sin muchas certezas. Nos miramos entre risas nerviosas con algunos besos de por medio. Sabía que en la heladera había una cerveza, así que no hice más que volver a mirarla, que ya tenía un vaso inclinado: sin espuma, por favor, dijo. Mi forma abrupta de servir provoco una espuma que sobresalió del vaso. Pensé que se enojaría, pero solo se rió y volvió a besarme. Mientras tomábamos con entusiasmo, tenía la particularidad de mirar el teléfono a cada ratito. A pesar de llamarme la atención esta acción nunca pregunté nada; quizás era más importante eso que leía, a lo que yo decía. Es probable. Mientras esperaba a que terminase con el celular, encontré una guía de lugares para viajar con una tapa particular, que decía: "Lugares a los que nunca quisieras ir con tu novia". Me llamó la atención, por supuesto. Comencé a ojear esta guía y por ejemplo, uno de los lugares tenía como atracción habitaciones donde no estaba permitido el sexo. La habitación estaba ambientada como El Vaticano y a parte contaba con imágenes religiosas, tal cual una santería. Las paredes estaban empapeladas de colores amarillos con tonos blancos, el baño tenía de posa jabón una hostia y el parque llevaba el nombre de "Eucarisland". Las actividades recreativas, eran simulacros de misas, comuniones, casamientos, etc. Había que formar grupos, en donde no estuviesen las parejas juntas, sino que tenían que mezclarse. Uno de los juegos era recrear a Adan y Eva, con los mismos vestuarios. Cuando mi compañera leyó esto conmigo, lo descartó de cuajo, así que seguimos mirando. En otra pagina había un lugar donde la atracción era que tu pareja juegue a ser una ninfómana por una semana con todos los que permanecieran en el complejo. Al leer esto no pude evitar una carcajada pero rápidamente pasé de página. La hoja siguiente mostraba otro lugar de una atracción un poco más rustica, quizás. La temática era un zoológico y cada día tocaba hacer un animal diferente. Las habitaciones contaban con manuales que detallaban el hábitat de cada uno, las costumbres y la actividad sexual. En ese momento imaginaba si me tocaba ser un caracol marino; se dice que es uno de los animales acuáticos más promiscuo. Esa opción quedo descartada, también. No ando en tiempos de agitarme mucho.
Trataba de pensar alternativas para viajar, quería que fuese algo inolvidable. Ya había dejado de mirar la guía, intentaba buscar opciones por Internet pero ella seguía ojeándola y escuchaba que me leía en voz alta algunas descripciones de lugares, invadida por las risas de lo que estaba leyendo. Con el cursor en la mano y con su voz de fondo, empecé a cabecear hasta dormirme por completo. Me arrastró, protestando, hasta el mullido colchón, limpió la baba de la comisura de mis labios y me tapo los pies. Desperté a mitad de la noche en medio de un concierto de ronquidos que siempre me parecieron tiernos. Hice poco ruido para salir de la cama y fui derecho a la heladera. Quería una cerveza pero no había; encontré un cartel que me causo mucha gracia: No te enojes pero si ves esto antes de que despierte, anda a conseguir cervezas. Intente leer un libro de entrevistas de rock, pero me aburrí a la segunda pagina. Era un buen momento para hacer el amor pero si la despertaba me insultaría y no puedo hacer escándalos a estas horas de la madrugada porque los vecinos levantaron varias quejas por nuestra presencia en el vecindario. Dicen que cuando tenemos sexo somos muy cirqueros; incluso la esposa del abogado - viven pegado a nuestro apartamento - dice que mi compañera finge. No voy a decir que no me hizo dudar, pero todavía creo en los gemidos del amor.
Logré dormirme de nuevo, hasta que una luz solar comenzó a quemarme la frente y forzosamente tuve que abrir los ojos. Parada al lado de la ventana con una taza de café, esperando a que me despertara, me dijo: debo hablar con mis padres de nuestro amorío.  Me sequé el sudor de la frente y restregándome los ojos, pregunté si eso sería una buena idea; intentándole recordar que su padre no aceptaría un muchacho de mis características a su lado. Encogiéndose de hombros, dijo que a la noche iríamos a cenar a su casa para poder presentarme y hablar sobre el viaje que haríamos. No tuve más que aceptar porque el amorío en  cautiverio ya no era atractivo. Me pidió que elija bien la ropa que iba a vestir, que fuera a la peluquería y que no hablara de política: Nada de andar con tus cuestiones marxistas y de cambiar el mundo, me dijo muy seria. No me quedo más que asentir, entre risas.
Cuando salí de bañarme y buscaba la ropa, escuché que le decía a su madre por teléfono: si voy con el famoso bohemio. Ponía mis medias riéndome, mientras pensaba, envuelto en una situación de adrenalina, cuál sería la cara de sus padres al verme. Por el momento no podía no pensar que sería terrible.
Llegamos a su casa, mis manos sudaban y como sabía que su padre me daría la mano, las sequé en mis pantalones. La bienvenida fue cordial, me invitaron a dejar el abrigo en uno de los percheros que estaba detrás de la puerta e inmediatamente su padre me trajo una copa de vino y me apartó hacia el comedor. Con su mano en mi hombro, me invito a sentarme. Mirándome varios segundos, lo primero que le impresiono fue el largo de la barba: hablemos un poco de tus intenciones con mi hija, dijo no tan sonriente como al principio. En ese momento la madre interrumpió - para suerte mía - diciendo que vayamos a la mesa.
En la cena las preguntas no fueron tan puntillosas, hasta que llegó el momento de la digestión y el café...
- Contanos ¿a qué te dedicas? - preguntó el padre.
- Soy escritor - dije rápidamente.
Hubo un momento de silencio y luego unas carcajadas que retumbaron hasta el techo.
- Quizás no me entendiste bien ¿Cuál es tu profesión? - insistió
- Escritor, señor - repetí.
- ¿Escritor de qué?
- De guiones para cine.
- ¡Ah bueno! esto es lo último que imagine en mi familia.
- ¿Qué cosa, señor?
- Un vago
- Pero por esto me pagan. Yo vendo los guiones.
- ¡Ah no me digas! ¿Hiciste alguno para alguna película famosa o que haya ganado algún premio?
- En realidad, no. Me dedico al cine de culto.
- Hija, te vas a cagar de hambre. Después no te quejes de que no te avise.
Mi compañera un poco incomoda por la situación, interrumpió la conversación.
- Papá la razón por la que vinimos, fue para comentarte nuestro romance y que conocieras a J.
- ¿J?
- Así le dicen los compañeros de cine. Se llama Jerónimo.
-¿Realmente tenés decidido que va a ser tu pareja definitiva? Acordate que a vos te gustan las cosas perfectas - dijo sorprendido.
Mi compañera me miró y con un gesto indicador de que nos fuéramos, nos despedimos de sus padres. Mientras ponía mi abrigo, su padre se acerco a mi oído y dijo: te voy a vigilar...Lo mire con una sonrisa de oreja a oreja y le recomendé un disco de nirvana - Bleach -
Camino a casa, besándonos en cada esquina, me dijo que hiciéramos de Adan y Eva con la verdadera indumentaria. Con mi mano en su bolsillo de atrás, asentí sin pudor. 

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