Portada: Monumento 11-M (cortesía José Luis Ayuso)
II
Hijo de un vulgar pero acomodado narco-traficante, Yussef formaba parte de esta especie humana que no quería ser ni héroe ni malvado pero que al final una tontería sin nombre se lo llevó y para los suyos sólo se quedó un aforismo.
— No es fácil hervir el agua, aconsejaba Abdelkrim a su pequeño hijo para explicarle que todo es difícil, rozando lo imposible.
— ¿El agua?, pensaba Yussef ¡si está loco perdido!
Nadie recordó nunca cuándo fue el comienzo de esta época. Pero todos se fueron paulatinamente admitiendo su carácter urbano-planetario.
Con la cornada de Leganés, los acentos radicales de Jamaa Mezuak entraron, sin quererlo, en la leyenda terrorista universal.
Era una manera cruel de promover el nombre de su barrio, pero también una vocación primordial...
— Parece como si no quisieran llegar a la edad madura.
— Viven más con las cosas que con seres humanos.
— ¿Cosas?
— Si. Cosas...y casos.
— En deformaciones agresivas de textos coránicos encuentran elocuencia y emoción.
— Locura.
— Si...pero lo que el Estado no comprendió o no quiso comprender es que siempre fueron partidarios, a la vez, de la revuelta y del compromiso.
— ¿Pero qué dices, tío?
— Digo que si hubiésemos optado por preguntarlo, probablemente nos habrían respondido.
— ¿Y su obstinación suicida?
— Al principio era sed de vivir que se convirtió en el asco de existir.
Herederos de una historia con una prodigiosa riqueza civilizacional e hijos de una ciudad, cuyo pasado es institución, se dejaron convencer de que sería imposible proteger el presente o el futuro «sin entregarse totalmente al Creador».
No tenían nada que perder. Lo habían perdido desde hacía tiempo y nadie se dio cuenta. Para ellos, algo, lo que sea, a condición de que no parezca al existente, era algo.
Hartos de ser ciudadanos ordinarios, con su alma de piedra, decidieron voluntaria, unos, involuntariamente, otros, confundir entre ventajas e inconvenientes, creer en falsas respuestas a verdaderas preguntas y cuestiones. Optaron por un no man’s land ideológico donde no se aportan soluciones ni se contemplan remedios. Imágenes y mensajes minuciosamente elaborados para las mentes estériles se encargaron de precipitar el infeliz desenlace.
No esperaron a nadie recordarles la imposibilidad de escapar a su destino...ni a su fatalidad y afincados entre el milagro y la imposibilidad aprendieron a hacer hablar la emoción. Su habitual prudencia rozaba a menudo el exceso de modestia y sus discursos despectivos al orden establecido en vez de irritar gustaban y seducían.
— ¿Sabes quién dijo que si un día puede haber un gobierno del mundo, su capital será Constantinopla?
— No. Pero en cambio sé que los europeos no paran de oponerse a la adhesión de Turquía a la Unión Europea.
— Pues.... Fue Napoleón.
— No debió darse cuenta de que era una nación musulmana.
— Entonces aún sonaba el nombre de Saladino.
— Y los europeos detestaban a los musulmanes pero no, como actualmente, los desdeñaban.
— De cierta manera nos lo merecemos porque somos efectivamente despreciables.
Saben que es verdad pero torpe, mitomanía pero persuasiva y depredación pero sin alternativa.
Les gustaría clamar que es más dulce que el pecado pero nunca lo harán. No les gustaba pasar a aduana y todos eran concientes de que su enigmático mutismo constituía una plusvalía.
— Curiosamente, después del horror, la gente deplora la misma torpeza: ¡Y yo que creía que era un ángel!
La misma exclamación: « era un lazo en torno a una bomba »[1].
Simple a enunciar...difícil a resolver .Su extraordinaria manera de presentarse como el otro, les confiere la habilidad de confundirse con un tabú absoluto. Para muchos? estos ataúdes ambulantes agotaron? en años de incertidumbre? su sueño imposible y al final, entre la fidelidad y la libertad optaron por lo que menos conocían. Y aunque su gramática teológica dejaba mucho por desear decidieron encarnar un mito. De nada les sirvió un lugar como F’nideq o más tarde Jamaa Al Mezuak, donde, debido a aquello de que la tierra de Dios es inmensa[2] vivieron durante años « sentados sobre sus maletas »[3]… años de seudo reflexión sobre el valor de la gente y de las cosas, acariciando el mórbido deseo llegar a la otra rivera o consternar a propios y extraños.
— ¿Guerrilleros de Dios? ¿Qué Dios?
— Hipnos[4].
Cromatismo acídulo de quien el libertinaje anti-laísmo, mal inspirado y peor inculcado transformó en una amenaza pública ante la cual la impotencia general y generalizada constituía un campo abonado para más adeptos.
— No comprendo cómo pueden exhibir con tanta embriaguez tanto horror.
— La inflexible voluntad de los poderes públicos de…
— Pero, ¡qué poderes públicos ni qué niños muertos! Que son hijos de puta y...punto.
Los comentarios sobre tan sincrético misticismo parecían una flagelación. Consternación, estigma y condena. Pero no más. Nadie o casi nadie se acordaba en este mundo donde toda invitación a la convivencia era una ilusión del hadiz[5] del profeta Mohamed: « quien de vosotros verá una abominación que la cambie con sus manos, sino, con su lengua, sino con su corazón».
Elegancia sobria que ilumina el camino de los que aparentan una frágil convicción, desmentida por una sana salud integrista.
Un buen sentido para voces que imponen un silencio que condena el alma de un santo.
— La verdad es que ni es totalmente falso ni completamente verdad.
— ¿A qué te refieres?
— A estas identidades diluidas en apologías al y del terrorismo.
— Sigo sin captar.
— Me refiero a Yussef y su criminal metamorfosis.
La forma es el fondo que sube a la superficie[6]. Con o sin razón, deliberadamente, la gente sentía una irresistible tentación de confundir entre lo íntimo y privado y cuando se trataba del prójimo lloraba cuando él lloraba y reía cuando él les hacía cosquillas[7]pero a ningún íntimo de Yussef se le podía ocurrir arriesgarse a hacer amalgamas o consonancias entre los preceptos del Islam y la masacre de 191 inocentes y más de 1. 500 heridos un 11 de marzo del 2004 en la estación de Atocha en Madrid.
— Afortunadamente los españoles distinguen entre terrorismo y marroquí.
— Te lo digo yo que no veo más que las televisiones españolas: nunca, jamás ningún español cometió el pecado de confundir entre un vasco y un etarra.
— Y sólo Dios sabe, que por su criminal insolencia, cuántos inocentes han muerto sin saber por qué.
[1] André Breton describiendo a la pintora mexicana Frida Kahlo.
[2] Dicho árabe, inspirado del Corán.
[3] Proverbio marroquí.
[4] “Dios” griego vinculado a la noche por su madre y a la muerte por su hermano.
[5] Dicho o relato del Profeta Mohamed.
[6] Víctor Hugo.
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