Félix Mercado presidente del Golf Club Dull Park y
propietario de la más importante fábrica de cristal del país, se propuso
comprobar una inquietud singular originada durante algunas charlas en el bar
del club acompañadas de tragos generosos. Eran reuniones animadas por apuestas
extravagantes.
Mercado propuso este desafío:
tendría que correr contra sí mismo por un terreno flanqueado de espejos.
No estuvieron ausentes los retos
inevitables. Disponía de los materiales, el personal necesario y al tercer día
todo estaba dispuesto. Ese sábado la mañana era espléndida y los cincuenta
metros destellaban radiantes.
Los sonrientes jueces de llegada
aguardaban en medio de bromas.
En un tiempo discreto Félix cruzó la
meta. Nadie acertó acerca de cómo sería esa llegada. Ni todos los que apostaron
en contra de Mercado que dijeron que él y ambas imágenes llegarían al mismo
tiempo, ni el propio corredor que tenía la convicción de que él llegaría
primero.
Así llegaron: la imagen de la
derecha arribó antes y un instante después Félix. Algunos obreros que al
atardecer desarmaban las paredes de espejos, observaron como una sombra difusa
se desplazaba agobiada por el lado izquierdo hacia una meta ya desierta.
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