Llegas
con un ejército de aroma enredado a tus cabellos.
Tus
pasos de gacela te llevan hacia donde haces el pedido.
Luego,
sin mirar a nadie, escoges una de las
sillas y te sientas
a la
mesa como si se tratara de un trono o un santuario
Cruzas
las piernas y liberas un tibio olor a jazmines,
el
perfume bate sus alas en tu estancia.
Entonces
me doy cuenta que no sueño,
que
existes realmente sin sospechar
que
te vigilo la manera en que tomas la taza entre los dedos
y
bebes despaciosamente un mínimo sorbo de café.
mientras
vas escribiendo algo en el cuaderno de notas.
Nunca
entenderás, muchacha, este histórico
momento,
¡cuánto
de ti he aprendido al apresar en tus miradas
ese
brillo seductor, ese instinto de tigresa
que
sólo yo he descubierto!
ni
los hilillos rebeldes que caen sobre tu cuello
para
ampararlo de los besos y caricias clandestinos
que
vuelan hacia ti como pequeños colibríes
de fiebre
para
instalarse victoriosos detrás de tus orejas.
Agradezco a Eva y a Carlos la publicación de este poema en su Blog. Mi saludo cordu\ial a mabos desde Miami. ERdelValle.
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