Ser argentino no es nada fácil, requiere de cierta viveza que le permitirá
sacar provecho de cada situación de la vida. ¿Cómo? Si estás haciendo una fila,
por más corta que sea, colate. Al llegar a las esquinas cuando manejes tu auto,
camioneta, moto (o cualquier tipo de máquina con ruedas que sirva de
transporte), pasá vos, vengas del lado que vengas. Seguir las reglas de
tránsito, ¿para qué? El otro no querrá arruinar su vehículo contigo, por lo
tanto se dedicará a esquivarte. En caso de ser peatón, cruzá, ya que el
conductor deberá frenar si no quiere perder la casa, el auto, la bici y el
perro. A la hora de realizar algún trabajo, buscate a otro que lo haga por vos
(siempre hay alguna persona gentil, por no decir boluda). Una vez
acostumbrado a zafar en este tipo de situaciones, podrás aplicarlo
automáticamente en todo momento.
Nunca muestres la hilacha. En
caso de ser hombre, actuá como un macho que todo lo puede (aunque no sea
cierto). Engañá a todo el mundo, estafá a todos los que puedas (no importa si
son de la misma sangre) y reíte de los “fracasados” que hacen las cosas bien.
Aunque no tengas un peso partido al medio, tenés que aparentar lo contrario y,
así, te llenarás de mujeres y amigos. Tu vida dependerá del fútbol. No olvides
la tradicional “picadita” con amigos al ver cada partido y, en caso de perder,
culpá a tus diez mil cábalas y llamá al laburo para avisar que por una semana
no podrás ir por la muerte de una tía muy querida (aunque ni siquiera tengas
tía).
Si sos mujer, se recomienda
rehacerse con el cirujano plástico (si es el que operó a Pamela David y todas
esas, mejor); teñirse de platinado, matarse en el gimnasio e ir a bailar al
programa de Tinelli semidesnuda. En caso de no seguir lo anteriormente
sugerido, deberás romperte el lomo para llegar a fin de mes. Y ¡ojo!, por nada
en el mundo permitas que se te caiga la cola, las lolas, los pómulos, etc., al
pasar los cuarenta. Cuando te ataque la culpa por estar comiendo de más,
sentite más tranquila al repetir el famoso “el lunes empiezo”, aunque ese día
no llegue nunca. Pasá horas mirando la escandalosa vida de Ricardo Fort en la
televisión para tener tema de conversación en el trabajo, club, escuela, entre
otros. Comprá en la salada para no pagar fortunas, pero hacele creer al entorno
que tus cosas son de Palermo Hollywood (ya que el nombre suena canchero) o de
Miami. Si tus amigas se compran joyas, comprate unas más grandes y más lujosas.
Si sus hijos van a actividades caras, mandá a los tuyos también (aunque se
resistan, luego entenderán que es por su bien).
Si andás corto de guita, nada
mejor que ser político (siempre y cuando apliques tu viveza). El político
argentino tiene la capacidad de ocupar su puesto desde una reposera en el
caribe, ya que, según ellos, en nuestro país nada es malo: no hay hambre, ni
inflación, ni inseguridad y las escuelas tienen un nivel excelente.
Te dedicarás únicamente a vos
mismo y no tendrás tiempo para hacer algo por los demás. En todas las reuniones
a las que asistas habrá más de un cincuenta porciento de gente que no
tolerarás, frente a esa situación, el argentino puede poner cara de póker y
hasta fingir entusiasmo para caer bien (en caso de querer algo de alguien).
Los domingos son los famosos
asados familiares. Si ponés casa, conseguite algún gil que ase, ordene, limpie
y/o barra por vos. Asegurate de que haya achuras, matambre, pan fresco,
ensalada de tomate, lechuga y cebolla, y de postre: flan con el infaltable
dulce de leche. Las bebidas seguro las llevan los invitados, por lo tanto, si
es en casa ajena, con que lleves un vinito basta.
Por último, ni se te ocurra
mirar los diarios y enterarte de lo que sucede afuera, para eso están los
políticos. Vos no querrás que te salgan canas verdes. Pero eso sí, si estos
hombres hacen algo mal, quejate (aunque esto suceda porque gente como vos no
quiere participar y deja todo en manos de un par de sinvergüenzas).
No es seguro lo de cruzarse frente a un auto siendo peatón. Se usa bastante el atropellar y huir. Intentar colarse tiene su dificultad, se usa lo de protestar energicamente ante esos intentos.
ResponderEliminarMirar los diarios se usa para leer el futbol, o el cine. O también está la opción de amargarse, de despotricar contra los culpables, y proclarmar recetas mágicas que ya deberían aplicarse.
Interesante e irónico texto.