La mordida
salvaje del vendaval
transforma
la roca en arena
nutriendo
la tibia playa
al son del
rugido de las olas
y un
estertor de estrellas
revolcándose
en la furia del mar.
Entre
naves oscuras flota la luna
en un
cielo reflejando
víctimas
del ciclón en la bahía
y huye
para resurgir como nueva
al otro
lado de la distante orilla
donde el mar
siempre está en silencio.
Entre
éstos mundos una frágil niña
se para
pasmada en la cima
empuñando
su muñequita azul
de
lágrimas de perlas
y cara de
marfil que son espejos
del ojo
indiferente de la luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario