Cuando se incorporó el que viajaba a mi lado, sin darse cuenta, dejó caer de un bolso el trozo de una cuerda con un nudo corredizo.
Sintiéndome un instrumento del destino, la recogí, lo llamé y se la entregué.
La gente es desagradecida. Con la mirada perdida se alejó sin saludar.
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