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martes, 4 de octubre de 2011

ESPEJADOS, por Leo Sle, de Buenos Aires, Argentina


Desmonta. Emite un largo suspiro y se tumba boca arriba jadeando hasta normalizar la respiración.
Prende un cigarrillo. Pita tranquilo mientras acaricia el anca blanquísima, próxima debajo de la sábana
Piensa que las dudas sobre su rendimiento eran infundadas. En el portafolios zozobra el envase con las pastillitas azules.
Así es otra cosa, piensa. No hay “…que la nena necesita una profesora de matemática, que si no se la lleva directo a marzo”; ni “…que tenés que hablar con el director de la escuela, tu hijo, oime bien, tu hijo, le aplastó la nariz de una trompada a un compañero”; ni reparación de la humedad en la pared del living; ni la rutina de todas las semanas, siempre en la misma cama, el mismo día, a la misma hora. Así es otra cosa.

Alivianada sin ese peso encima, temblando aún, ella se vuelve de costado jadeando hasta normalizar la respiración.
Prende un cigarrillo. Pita tranquila mientras acaricia el pecho velludo, próximo debajo de la sábana.
Ella piensa que sus encantos no han decrecido, que aún es capaz de despertar semejante pasión en un hombre.
Así es otra cosa, piensa. Sin ataduras ni urgencias, suave, con todo el tiempo para sentir.
No hay “…que tu vieja me tiene podrido”; ni “…podrías ocuparte un poco vos de la nena, al fin de cuentas sos la madre y matemática no te la llevaste nunca  ¿no?”; ni “…elegí, las vacaciones o la humedad del living”; ni la rutina de todas las semanas, siempre en la misma cama, el mismo día, a la misma hora Así es otra cosa.
Él siente hambre. Cae en cuenta que perdió la noción del tiempo pasado en esa cama. Disfruta de lo que siente.
Se levanta, va a la pequeñas cocina, pone a tostar unos sándwiches, sirve dos vasos de vino.
Toma el teléfono y llama.
--Hola, si soy yo. ¿Cómo estás? ¿Bien?
--Si, bien.
--Me alegro. ¿Y los chicos?
--Bien, los dos bien, en sus cosas, como siempre. ¿Mucho trabajo?
--Si, tengo para un día más. Ya confirmé el vuelo para mañana. Con un poco de suerte para la cena estoy ahí.
--Ah, bueno, no te alarmes si llego un poco más tarde. Justo mañana salimos a tomar algo con las compañeras de baile. Cualquier cosa pedí una pizza.
--Bueno, listo. Un beso.
--Chau, un beso.
Vuelve a la cama con los sándwiches y los vasos de vino en una bandeja.
La mujer le pregunta a quien llamó. El responde antes de beber: Rutina, un llamado de rutina.
Ella cuelga el teléfono, el hombre le pregunta quien llamó. Ella hace un gesto de que no tiene importancia, y agrega, volvamos a lo nuestro.

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