Dios, sin ti, nadie sabe, nadie
sueña ni entiende,
extraviados andamos caminando la
tierra.
Estos años del lobo que la empiria
defiende
tus ovejas se apiñan , entre
espantos de guerra.
Saturados de cosas, hastiados sin
remedio,
no intentamos siquiera comprender tu
mensaje,
eludimos honduras y cargados de
tedio
olvidamos rendirle el debido homenaje
a Tu gloria cimera, a tu Bien
infinito.
Apenas meditamos sobre la maravilla
de ese cielo profundo donde las
almas moran.
Caminata al acaso, bifurcación,
astilla
de madera reseca ¡Mi garganta en un
grito
se desgarra en las sombras, mientras mis ojos lloran!
* Publicado en su libro Diálogos del Camino, obra finalista del XXXIV Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, Madrid, España.
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