Hermanas del
aire, amigas del alma
Y cómplices
dulces de esta pena mía
Que es
espuma y cielo, que es mar y que es río
Que junto a
Los Andes se quedó dormida
Y sueña que
aún puede sentir que la vida,
Como dulce
príncipe, la despertará.
Amigas que
espero reencontrar un día
Cuando ya no
tenga nada que olvidar .
Nos une la
angustia sola de la duda,
La líquida y
roja feroz coincidencia
En la
diferencia y la incomprensión.
Nos separa
tenue llovizna de días,
Eco de sus
gritos que en mí resucitan
Y burlan la
muerte que enfría el dolor.
La vida se
impone, el mármol germina,
Lo posible
es cierto, lo imposible ocurre
Y es
Gabriela y Juana, Inés y Victoria,
Lola y
Alfonsina, las que se levantan
Junto a la
Violeta cuando las invoco
Desde mis
tinieblas que olvidó el amor.
Ciudadela
cálida, dulce fortaleza,
Perdón,
rebeldía, serena nostalgia,
Ansiedad de
cielo que obliga a llorar.
Desigual
batalla, pertinaz intento:
Seguir
siendo siempre fiel a ese misterio
Que en un
mundo de hombres, quiere ser mujer...
Enjuga la
lágrima, elige la lucha.
Con las alas
rotas desafía al mundo.
Tiembla,
cae, se eleva, la siento en la piel,
Muere cada
noche para renacer.
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