Permanezco
patinando
en el limbo,
en
la noche,
a
pesar del decreto papal
persisto
en deslizarme
en
el limbo,
sometido
a las sombras
en
la insistente confianza
de
los milenios
y
duermo en el trayecto
como
en la demora
de
la muerte;
claudico
cada vez
en
un enigma sin testigos,
en
una sed caprichosa
y
sin urgencias
con
el código incauto
de
los antepasados,
las
breves inquietudes
de
un despertar incierto;
celda
del insomne
que
zurce los refugios
del
asilo de la nada.
ESQUINAS
Esta
es la esquina
de
los adioses exhaustos
latitud
de lo éxodos
el
empeño de los huesos
en
quedarse.
Se
impone una neblina
antigua,
una semilla
que
esparce despedidas
los
veranos, las esperas,
las
mudanzas por ahora
o
para siempre, las amarras
de
paredes manoseadas
el
placer de paraderos
que
ya nadie reclama
territorio
donde las palabras
se
disipan en la sed
que
despiertan las distancias.
AL BORDE
En
terapia intensiva
la
vida y la muerte
se
pasean con aparente
neutralidad
como
dos señoras
que
están en el mercado
de
los frutos maduros.
La
muerte ya había elegido:
la
joven de veinte años
rubia
y bella
como
la trágica fotografía
de
su viaje hacia la nada.
Y
la vida. La vida
se
alejaba sin mirar
para
atrás, sumisa,
absurdamente
empedernida
en
su ciclo de derrotas.
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