En el despacho predominan las
maderas nobles y oscuras, un soberbio retrato de lo que supongo era un Cardenal
u Obispo lo preside , el ambiente es bastante oscuro, por la ventana enrejada
que da al exterior apenas entra la luz del sol a pesar de ser cerca de las 12
del mediodía. Llevo el peor mes de mi
vida, pero no puedo evitar el sonreír por dentro, pues todo acompaña a la
perfección la reunión que voy a tener. Me encuentro en la segunda planta del
Arzobispado en Valencia, y estoy esperando al Exorcista.
-Buenos días señor Muñoz.
Me ha saludado un varón
de unos 45 años, mas bien bajo aunque corpulento con una poblada barba oscura y
de mirada inquisitiva y dura, no parece un cura, irradia seguridad en si mismo
y hostilidad, me recuerda a uno de esos Policías de las películas que comen un
bocadillo observando a un cadáver desmembrado, y que a los Díez minutos de llegar, le están preguntando a la viuda
donde estaba ayer a las cinco de la tarde con la mujer todavía llorando como
una magdalena. Si supongo que eso es este tipo, un Guardia frente a lo
desconocido, un soldado de Dios.
-Buenos días, ¿el Padre Tamarit supongo?, el Exorcista.
- Si soy Vicente
Tamarit, encantado de conocerle, la Conferencia Episcopal me ha enviado para
ponerme al frente de su caso, en el AVE y esta noche en el Hotel, me ha dado
tiempo a leer todos los informes. ¿ Cree usted en Dios Ernesto?
- Hasta hace un mes solo creía en lo que podía ver y tocar,
ahora mi visión de la vida ha cambiado por completo, yo mejor que nadie se que
existe algo hay fuera llámelo Dios, Demonio, energía extracorpórea o lo que
sea. Y me han dicho que ustedes son los únicos que me pueden creer, y sobre
todo son los únicos que saben como luchar contra ESO.
-Eso, como usted lo llama, suponiendo que sea verdad lo que
ha declarado, son los espíritus de los Soldados fallecidos en aquella fecha
histórica y que habiendo muerto embriagados en odio hacia su antepasado, puede
que uno o varios de ellos con los últimos suspiros de la vida, le ofrecieran su
alma al Demonio a cambio de que este permitiera su venganza. Y han estado doscientos años en la famosa
finca, esperando a que otro Muñoz les desafiara.
-Eso esta claro, no quiero ser incorrecto, pero llevo un mes
con pesadillas, eso cuando tengo suerte y puedo dormir. Como va a solucionar el
problema.
-Vamos, usted viene conmigo, ya que es una persona tan
directa yo seré igualmente sincero, si usted que es su objetivo no esta
presente no se manifestaran digamos que le necesito como reactivo.
-Reactivo, chorradas me quiere como cebo, y la respuesta es
no.
-Si le necesito para que actúen frente a mi, llámelo como
quiera, y esto no es negociable, no me gusta su actitud, a las cuatro de la
tarde estaré con mi conductor montado en el coche oficial del Arzobispado
preparados para salir desde la C/ de la Paz, a doscientos metros de aquí, le
daré diez minutos de margen, si no se presenta volveré a Madrid en el primer
AVE de esa tarde y usted permanecerá con “su problema” para siempre.
Evidentemente me he
visto obligado a aceptar el ultimátum son las cinco y media de la tarde, estoy
sentado en el asiento del copiloto para servir de guía, tengo una sensación extraña, estoy entrando
en el valle otra vez. Me había prometido no volver, y aquí estoy, sentado en el
asiento de atrás el Exorcista, no ha abierto la boca en todo el trayecto, no le
caigo bien y no se molesta en disimularlo, tampoco procura ser amable con su
subordinado, simplemente es el mismo un ejecutor con una misión, noto su mirada
en el espejo central lo escudriña todo, estudia el paisaje, reconoce el
terreno.
Hemos llegado, tras
atravesar la verja que derribe con mi coche hace treinta días, aparcamos frente
a las ruinas de “la casa del francés”, la cual vemos que ardió hasta los
cimientos, nadie ha venido aquí desde entonces, o al menos no hay ninguna señal
de presencia humana, al menos viva.
-Es este el lugar ¿verdad?.
-Si , ya lo sabe Padre. No me contesta ni me mira, el
Exorcista comienza a dar vueltas a la casa, el conductor abre el maletero del
coche y saca un crucifijo, un recipiente con agua bendita, y el orarium, me he
documentado a conciencia de modo que reconozco todos los objetos, Tamarit se
pone su orarium de color morado entorno al cuello, por encima de la sotana de
manera lenta y ceremonial es un Samurai o un Matador de Toros preparándose para
entrar en acción, el conductor se santigua y le pasa el crucifijo y el agua
bendita.
Estoy asustado, el Cura
ha comenzado el Rito Romano de exorcismos,
esta realizando la aspersión del agua bendita sobre las ruinas de la
casa, mientras inicia la oración letanica para arrojar al Demonio, entonces
todo volvió a empezar. Esta en el aire sobre nosotros, el águila nos sobrevuela
y noto como ha fijado sus ojos en mi.
-Padre cuidado están aquí.
-Silencio, cállese métase en el coche si quiere, me ha interpelado el
conductor.
-He recitado la palabra de Díos y te ordeno irte de este
lugar,
dice el exorcista mientras pone sus manos sobre unas vigas.
-Padre Nuestro que estas en el Cielo, santificado sea tu
nombre venga a nosotros tu Reino
Entonces comienza a
oírse un ruido intenso, no me lo puedo creer CABALLOS, me doy la vuelta y de
entre los olivos surge una carga de caballería. 15 o 20 soldados con uniformes
de época, a lomos de corceles negros se nos vienen encima con las espadas
desenvainadas y gritando como posesos.
Corro a refugiarme en el vehículo, pero esta cerrado y el conductor esta
hechizado mirando a la Caballería fantasma que esta a menos de doscientos metros.
-Hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo, el Cura se ha puesto
frente a los caballeros que se acercan a galope tendido reza el Padrenuestro, y
levanta el crucifijo con las dos manos, ni siquiera le tiembla la voz, esta
loco o tiene un par de huevos, o las dos cosas. Me lanzo al suelo, algo húmedo
me toca el cuello…… joder es la cabeza del conductor, lo han decapitado y su
cráneo ha caído sobre mi espalda.
-SATAN TE ORDENO QUE TE ALEJES DE ESTE LUGAR, TE LO ORDENO
EN EL NOMBRE DE DÍOS, la Caballería fantasma traza círculos entorno al Cura, pero
no le tocan, corro ha ponerme junto a el, silbido a mi espalda, me agacho,
esquivando un sablazo, me giro y lanzo a la cabeza del jinete lo único que
tengo a mano mi llavero, LUCHO CON UN FANTASMA, esto es demencial.
-Ernesto pégate a mi, en el nombre de Dios alejaos de este
hombre inocente, yo os lo ordeno.
Me siento bien, estoy
en paz todo debe de haber terminado, se acabo el miedo, finalizo la angustia y
el dolor.
Y me veo, debo de estar
unos cinco metros sobre el suelo, no se como ni por que. Abajo en el suelo se
encuentra mi cuerpo, tengo una brutal herida en el centro de mi pecho, de la
cual mana la sangre a borbotones.
Es mi cadáver, el
conductor del coche eclesiástico y yo yacemos en el suelo a unos metros de
distancia el uno del otro. Los jinetes fantasmas han desaparecido, y el Padre
Tamarit esta haciendo el signo de la Cruz con su brazo derecho a mi cuerpo,
mientras unas lagrimas resbalan por sus mejillas, a mi misma altura esta ella,
el águila, ya no hay odio en sus ojos, ni siquiera frialdad, se ha situado
junto a mi espíritu, y se que debo seguirla
el águila me guiara, no se donde pero no tengo miedo, pues todo termino.
Fin de Recuerdos de Águila.
En Valencia (España), a febrero de
2012.
Ernesto.
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