Este relato ganó:
Segundo premio Concurso nacional de Cartas de Amor Puertollano 2006
Segundo premio Concurso Cartas de Amor de Quiroga (Lugo) 2006
Primer premio Concurso cartas de amor de Gines (Sevilla) 2006
Mención especial Concurso de cartas de amor de Dos Hermanas (Sevilla) 2006
Accésit Concurso de cartas de amor de Roquetas de Mar 2009 (Almería)
Mi querido:
Separados como estamos, ¿qué sería ahora de mí, vida mía, si entre las muchas cosas buenas que tuviste la paciencia de enseñarme no hubiera aprendido también a leer y escribir? ¿Cómo podría, en estos instantes, si no es a través de la escritura, expresar todo lo que siento, la extraña calma que me invade despues de tantas horas, tantos días, tantas semanas de espantosa incertidumbre? ¿Recuerdas los poemas de Ibn Saud que a escondidas me leías? Hablaban de amor. Verso a verso comenzamos a amarnos en secreto. Verso a verso, con tu ayuda, fui entendiendo el misterio de los signos impresos en el libro. Con sorpresa, o tal vez con temor, descubrí la vida que escondían. ¡Cuánto debo agradecerte! Guiada por tí, colmada por tus besos y caricias mi alma se abrió a un mundo nuevo que ignoraba. Me adentré en él con parecida intensidad con la que por fin, ya impacientes los cuerpos, se alzó al cielo tu carne y la mía tembló por tu ternura. Pero siempre ocultos, mi amado, como dos ladrones, porque en esta desgraciada tierra que es la nuestra no existe la palabra libertad. Alguien, en nombre de un Dios que no venero, la borró del diccionario. Humillada, sometida como tantas de nosotras, tuve que conocerte para saber de ella y de sus dulces frutos, ahora convertidos en el más amargo de los bienes. Pero no lamentes mi dolor. Un solo minuto contigo compensa la peor de las condenas. Incluso sin estar ahora junto a mí es tu mano, conduciendo la mía como siempre, la que me concede la dicha de escribirte esta carta de amor desesperado.