(Ilustración de Ibán
Navarro)
Al partir serán estas
mis últimas palabras : me voy, dejo mi amor detrás (Tagore)
Descalzo
atravesó la orilla mártir del mar,
comprendí
su rito .
Me aparté
unos pasos para permitirle
la
intimidad exigida a su instante de recogimiento
Parecía un
antiguo marino de Tarraco
susurrando
plegarias a unos dioses
que ya ni
recordaban
sus preces
en la “mater lingua”.
Se ungió
los pulsos, las sienes,
la frente,
el pecho…
como una
ablución ancestral, ignota
para los no
iniciados .
Rozó
guijarros negros,
como el que
acaricia los cabellos
azabaches
de un niño dormido.
Volvió su
rostro con un extraño rictus de tristeza,
un dolor
avecinado que entonces no supe comprender .
Ahora sé
cuál era su lacería,
su terrible
punzada y su lágrima secreta :
lloraba por
dejarme allí -¡ a su pobre gaviota!-
extraviada
entre el vaho de la niebla,
sabiendo
que nunca acertaría la ruta de regreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario