Mi querido Anibal:
Vos sabés muy bién que a mí no se me dá por escribir cartas pero, después de tantos años de vivir juntos el impulso de hacerlo me ganó.
Imagino la sorpresa que te causará esta locura mía, ¡Realmente es una locura!
Y si estoy demente es por tu culpa amor mío, soy una insensata y mi perturbada mente no reconoce prudencia ni dignidad.
Cuando me acuesto en la noche, mientras te rompés el lomo en el camión como soles decir (que por otra parte es verdad) para que yo tenga todas las comodidades y cosas que vos creés que merezco, lloro de angustia. Te extraño, para que lo voy a negar, extraño tu vozarrón cuando entrás en casa pidiendo la comida, extraño tus cariñosos pellizcos en mis nalgas aunque a veces duele un poco, siento la falta de tu ruidosa presencia, de tus pasos, hasta de tus quejas por algo que no encontrás.
¡Me da como un remordimiento, una culpa, el tener el televisor para mí sola! ¡El baño para mí sola, la cama, el teléfono, todo me acusa de egoísta.
Ya sé que no es la primera vez que un viaje tuyo dura quince días, pero hoy es como si hubiera despertado a la realidad de tu ausencia, por eso te escribo y espero que esta carta la recibas allá en la Quiaca, pobre mi amor, tan lejos de la civilización, de las comodidades a que estás acostumbrado en tu casita.
Para colmo hoy vino tu hermana, la Liz, no te creas que lo digo porque me molestó, pero empezó como siempre, a decirme lo afortunada que era al tener un hombre que se reventaba por mí, mientras ella tenía que trabajar como una burra, cuidar tres hijos y mantener al vago de tu cuñado.
Por eso siento de repente inquietud ante tu lejanía y pienso que podría ayudarte de algún modo, pero vos siempre con lo mismo ¡La mujer en la casa, las que trabajan no le sirven al hombre! ¿Y tu hermana qué?
Ya sé, perdoname, tu hermana es tu hermana, tuvo mala suerte la pobre con ese marido tan quedado que le tocó en la ruleta de la vida, como dice tu mamá.
Hablando de tu mamá, te cuento que le entregué la plata que le dejaste y la acompañé al Bingo. No te vayás a preocupar, pero perdió todo, así que los remedios y la factura del teléfono se lo pagué yo, es decir vos. Como sé, porque no te cansas de decirlo, que ella sufrió tanto en la vida y que nadie te la toca, estoy tranquila de haberlo hecho, como lo hubieras hecho vos, la madre de mi Aníbal es sagrada para mí.
Ahora son las diez de la noche, yo cené solita, se me caían las lágrimas pensando en vos, allá en la Puna. Te pido por favor, por tu querida mujercita que no te pases con la coca, ya sé que cuesta respirar en esa altura, pero ¿No son mejores las hojas que el polvo? , bueno no se, vos sabés más que yo, vos sabés todo, mi amor.
También llamó Pedro para decirte que mañana era la mesa de poker en la casa del Toto, el no sabía que estabas de viaje.
Pedro es muy cariñoso y amable, enseguida me dijo que contara con el para cualquier cosa, pero conociéndote como te conozco puedo estar arrastrándome de dolor que no dejaría entrar a ningún hombre en nuestra casa, vos solito mi vida.
¡Ay Aníbal, como la lucidez entró en mi mente, como súbitamente vi la realidad!
Yo, me conocés, soy muy callada, me dio siempre vergüenza expresar mis sentimientos, en cambio vos con tu carácter tan demostrativo, tan de decir siempre lo que pensás, me parece que no pude hacerte saber nunca, pero nunca, lo que sos para mí. ¡Mi maridito tan elocuente y yo tan callada!
Pero lo tuyo te viene de familia, todos ustedes son muy habladores no se guardan nada, antes se dejan matar.
Y a veces parece que en serio están por matarse, pero comprendo como siempre decís, que la familia se pelea pero de las puertas para adentro. Se quieren mucho ustedes, se quieren tanto que me hicieron pensar seriamente en mí.
Mirá Aníbal, el amor que te tengo es tanto que no se cree.
Ni yo me lo creo, ¿Sabés porqué?
Porque vida hay una sola y vos me cagaste más de la mitad de la mía, y ya que empecé a hablar no paro. Te quiero, pero te quiero ver tan lejos que la Quiaca no me alcanza.
¡Ahora voy a quererme yo!
Tu madrecita es una vieja loca y viciosa y si la respetás tanto es porque ella te enseñó las mañas de las que te sentís tan orgulloso.
Todas las cosas que conseguiste con tu penoso trabajo, no tan penoso si tenemos en cuenta el vino, las jodas con los demás camioneros, las putas y “Las hojas de coca“ no eran para mí, eran para vos. Yo nunca te pedí nada, por temor ¡Si, te tenía miedo, tan bruto sos! Tenía miedo de tu vozarrón, de tus dañinos pellizcos, de tu prepotencia para pedir las cosas, miedo de elegir un programa de televisión que no te gustara, de hablar por teléfono con alguna amiga olvidada, por tu desconfianza.
Bueno, querido Aníbal, mañana a esta hora todas las cosas bonitas, caras, útiles e inútiles, en fin, todo lo que contiene esta casa volará conmigo y la mitad de lo que vale la casa también, según dice el abogado que presentó los “papelitos” del divorcio y la denuncia por malos tratos. Vos dijiste que los sacrificios eran por mí, ¡Palabras santas!.
¡La cama para mí sola, el televisor, el teléfono, el equipo de música, el perro, todos los artefactos, muebles, ropa, alfombras, plantas, todo.
Yo se que con tu garra para el trabajo conseguirás tener nuevamente lo que me llevo y aún más, pero hay algo que nunca más tendrás, y esa es mi venganza.
¡La camiseta de Maradona autografiada va conmigo hasta la muerte!
Tú mujercita
Hola! Soy periodista, me encantó este relato y quisiera ubicar a la autora. Cómo puedo hacer? Desde ya, gracias!!
ResponderEliminarEstimada Betina. Creo que te comunicaste con la autora - mi madre - al 4865-8736. A todo evento te pediría me mandes el link del reportaje a mi mamá así lo escuchamos en familia. A todo evento hoy hablamos x telefono al 154-410-1370. Atentamente. Carlos A. Nahas
ResponderEliminarMe encantó Irene! Felicitaciones ! Y espero publiques tu libro!
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