Esta página intenta ser un espacio multicultural donde todas las personas con inquietudes artísticas, en cualquier terreno que sea puedan publicar sus creaciones en forma libre y sin ningún tipo de censura. Son bienvenidas todas las muestras de las bellas artes que los lectores del blog nos quieran acercar. El único criterio válido es el de la expresividad, y todo aquél que desee mostrar sus aptitudes no tendrá ningún tipo de censura previa, reparos o correcciones. Este espacio pretende solamente ser un canal más donde los artistas de todas las latitudes de nuestra Iberoamérica puedan expresarse. Todas las colaboraciones serán recibidas ya sea en nuestro correo todaslasartes.argentina@gmail.com o bien en nuestra página en facebook denominada "Todas Las Artes Argentina" (Ir a http://www.facebook.com/profile.php?id=100001343757063). Tambièn pueden hacerse amigos de nuestra Página en Facebook yendo a https://www.facebook.com/pages/Todas-Las-Artes-Argentina/249871715069929

jueves, 29 de octubre de 2015

EN BUSCA DE FORN, por Eva Marabotto, de Buenos Aires, Argentina


Vino envuelto en una bolsa para verduras. Lo había dejado en un canasto de compras mugriento del Coto más desangelado que se puedan imaginar: el de Plaza Once. No tenía demasiadas esperanzas de encontrarlo. Antes que un libro, olvidé celulares, camperas, chalinas. Nunca volvieron. 

martes, 27 de octubre de 2015

ARQUITECTO SUTIL, por Irene Mercedes Aguirre, de Buenos Aires, Argentina


Al Papa Francisco

El aire enrarecido no lo tumba,
lo incita a develar trabas y nudos,
percibe y toma cuenta, teje  escudos,
y  al muro mal erguido lo derrumba.

viernes, 16 de octubre de 2015

LIBROS, por Vicente Adelantado Soriano, de Valencia, España




No hay cosa más difícil en el mundo que agradar a todos ni más fácil y usada que censurar los libros que salen a la luz pública.
Miguel de Molinos, Guía espiritual

Hace ya mucho tiempo, un conocido me contaba una anécdota, no sé si real o inventada, pero que refleja muy bien los límites del ser humano, y que viene que ni pintiparada para estas líneas. Me decía este conocido que un amigo suyo, muy joven, leía sin parar y de forma compulsiva. Quería, al parecer, ser un perfecto conocedor de todas las literaturas de este mundo, sin olvidar ni un libro por pequeño o insignificante que fuera, o lo pareciera. Se pasaba la vida leyendo, leyendo sin cesar. Para atajar semejante locura, un día, su propio padre lo llevó a la biblioteca nacional donde le mostró unas cuantas salas repletas de libros. Le dijo, ante miles y miles de volúmenes de todo tamaño y color, que ni viviendo dos o tres vidas, y dedicando todo el santo día a leer, iba a poder terminarse todos aquellos libros. Lo importante, pues, es seleccionar, conocer lo realmente importante.

martes, 13 de octubre de 2015

viernes, 2 de octubre de 2015

ESTA ES MI TIERRA (Aunque antes fue de Anibal, entre otros), por Vicente Adelantado Soriano, de Valencia, España


No vine por mis pies a tantos daños:
fuerzas de mi destino me trujeron.
Garcilaso de la Vega, Canción V
Aquella mañana, todavía de noche, a horas intempestivas, habíamos quedado para salir a caminar por la orilla del río. Una inoportuna, aunque bien recibida lluvia, nos lo impidió. No teníamos nada importante que hacer a lo largo del día, ni siquiera de la semana. Recuperé una querencia de juventud, y le propuse a mi amigo salir con el coche, meternos en la autovía e irnos a Cuenca o a Teruel. Podíamos comer allí, y regresar por la tarde. Mi amigo, recientemente operado de cataratas, se mostró un tanto reticente. No obstante, al final aceptó la propuesta siempre y cuando no tuviera que conducir él.

NOCHES VALENTINAS O EL OLVIDO DE LOS CLÁSICOS, por Vicente Adelantado Soriano, de Valencia, España


Hay que vivir con la gente más apacible y complaciente y la menos angustiosa y puntillosa; las costumbres las tomamos de los que conviven con nosotros, y lo mismo que ciertas taras se transmiten por el contacto físico, así el espíritu contagia sus males a sus vecinos.
Séneca, Sobre la ira

Nunca tuve una relación especial con aquel profesor. Me gustaban mucho sus clases, desde luego. Y nuestras relaciones en el aula fueron tan cordiales como fructíferas. Pero no fui de aquellos que iban a visitarlo a su casa, o se reunían con él cada cierto tiempo. No lo hice por una mezcla de timidez, y de no ir a donde no se me había invitado explícitamente. Quizás por no molestarme, en aquella época era ya un tanto arisco y solitario, tampoco hubo ninguna invitación directa por parte suya. Por todo eso me llamó mucho la atención que, en los días finales de su vida, cuando hacía años que no nos veíamos, preguntara por mí, y le rogara a quienes todavía lo frecuentaban que no dejara de visitarlo yo.