Al Papa Francisco
El aire enrarecido no lo tumba,
lo incita a develar trabas y nudos,
percibe y toma cuenta, teje escudos,
y al muro mal erguido lo derrumba.
Concibe con la mente los menudos
o grandes recorridos paso a paso.
Procede con paciencia y es Pegaso
que vuela y nos libera los embudos.
¡Francisco de la fe y de la clemencia,
que mueve y conmociona al mundo entero
con gestos amorosos y sapiencia!
¡Dios te proteja siempre! ¡Mensajero
de Paz universal, de la conciencia
que alumbra nuestro humano atolladero!
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