María Elena Medina recibió un riñón en 2012. Desde entonces se dedica al atletismo y a promover la donación de órganos. Brilló en los Juegos Nacionales de Mendoza y se ganó un lugar en el próximo Mundial de Trasplantados.
La recibieron con una mezcla de entusiasmo y orgullo, y alabaron lasseis medallas colgadas en su cuello. Pero es más que seguro que a ninguno de los vecinos del barrio Connet, en Isidro Casanova, les sorprendió la noticia de que María Elena Medina (29) volvió con un montón de triunfos en atletismo de los Juegos Nacionales para Trasplantados de Mendoza. Será porque están acostumbrados a salir adelante y superar las dificultades que la vida les pone delante. ¿Cómo no iba a ocupar un lugar en el podio? Y eso que jamás había hecho deporte y era de las que le escapan al gimnasio. Pero la vida de María Elena cambió a los 18 años, mientras hacía el ingreso a la carrera de Medicina, cuando le diagnosticaron una insuficiencia renal que requirió que se dializase tres veces por semana e ingresase en la lista del Incucai para recibir un trasplante.
El órgano se hizo esperar y apareció después de seis largos años. "Llegó como me lo había imaginado. Me llamaron de la fundación Favaloro un día de mucho sol. Yo estaba con mis amigos, los pacientes de la sala de diálisis de un centro de Parque Patricios y todos se emocionaron con la noticia. Hasta el remisero de mi barrio, que me llevaba y traía siempre al tratamiento, lloraba de la emoción", recuerda la joven de sonrisa indeleble, que abandonó la Medicina y eligió estudiar periodismo en la escuela Eter para contar su historia y difundir la donación de órganos. La postal siguiente fue una operación exitosa, una recuperación rapidísima y el alta en apenas 15 días. Después, la recomendación de su médica, Aldana Lizarraga, de que comenzase a hacer actividad física. Probó con un gimnasio de San Justo y no la entusiasmó, así que recurrió al profesor Carlos Lirio que tiene un programa para deportistas trasplantados en el CENARD. "Me vieron caminar rápido y enseguida me ofrecieron entrenar fuerte para participar en atletismo de los Juegos para Trasplantados que se organizan cada dos años. Como me tomé en serio la responsabilidad, también me acerqué a la UNLaM, donde después de confirmar con mi doctora que podía hacer actividad física, me ayudaron un montón", cuenta agradecida. Y agrega: "Creo que empecé a hacer deporte para celebrar mi nueva vida. Yo no tengo un cumpleaños, sino dos. Uno es el 12 de agosto, el día que nací; y otro el 15 de febrero, fecha en la que recibí el trasplante".
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