un paraguas sobre la ciudad
un jarrón roto sobre la mesa de aquella casa húmeda el viento espiando despojos del último entierro la huella de un pie que se lanza al vacío un golpe de suerte de mazo de cartas en una mano ausente el reloj ronco de pedir atención, siempre espera algo infinito
las botellas sucias piden bocas vacías y los universos secos dormitan frente al protohombre en la hermosura de la quietud del silencio, se insinúa que algo no evita ser mencionado un robot distribuye las proporciones de evidencias que la existencia sospecha una fuerza de atracción evita que la muerte nos escriba la fe de nacimiento
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