EL DINOSAURIO, por Ramón Cabrera Naveiras, de España
Seleccionado por Tele Madrid
Tercer premio relato hiperbreve La librería Mediática 2011
(Caracas, Venezuela)
Me despierto y el dinosaurio sigue todavía allí, invadiendo la casi totalidad de mi pequeño apartamento. Como puedo voy a la cocina a servirme una tila. Le pregunto una vez más: ¿Cuanto va a durar esto? El dinosaurio, por supuesto, ni se digna responderme ni modifica su estúpida e indiferente expresión prehistórica. Llevamos así años, demasiados. De verdad, intento librarme de él, pero siempre sin éxito. La fatalidad nos une. Indudablemente, Monterroso olvidó prever una salida a esta embarazosa situación. Sólo la tila es capaz de aliviar el desasosiego que me produce la imaginación de un irresponsable.
Seleccionado por Tele Madrid
Tercer premio relato hiperbreve La librería Mediática 2011
(Caracas, Venezuela)
Me despierto y el dinosaurio sigue todavía allí, invadiendo la casi totalidad de mi pequeño apartamento. Como puedo voy a la cocina a servirme una tila. Le pregunto una vez más: ¿Cuanto va a durar esto? El dinosaurio, por supuesto, ni se digna responderme ni modifica su estúpida e indiferente expresión prehistórica. Llevamos así años, demasiados. De verdad, intento librarme de él, pero siempre sin éxito. La fatalidad nos une. Indudablemente, Monterroso olvidó prever una salida a esta embarazosa situación. Sólo la tila es capaz de aliviar el desasosiego que me produce la imaginación de un irresponsable.
EN UN LUGAR DE LA MANCHA, por Ramón Cabrera Naveiras
Publicado por La Vanguardia, de Barcelona
Premio Vinos de la España de Don Quijote 2010
La primera frase, esa que iba a inmortalizarle, se le resistía a Cervantes jornada tras jornada. Desolado un día, pidió para animarse un vino a su sirvienta. Entumecidos, los dedos de su única mano apenas pudieron sostener la copa y el líquido se le derramó por la entrepierna. “¡Oh, vuecencia, en qué comprometido lugar apareció la mancha! “ exclamó la mujer, regocijada. “¿En qué lugar, Dulcinea? ¿Acaso no te acuerdas de su nombre?”, le preguntó, procaz, el escritor. Los ojos se le iluminaron. Pero contra todo pronóstico no fue a por la criada, si no a por pluma y papel. Nacía El Quijote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario