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viernes, 28 de diciembre de 2012

RECUERDOS DE ÁGUILA III ®, por Ernesto Hermano, de Valencia. España



En el despacho predominan las maderas nobles y oscuras, un soberbio retrato de lo que supongo era un Cardenal u Obispo lo preside , el ambiente es bastante oscuro, por la ventana enrejada que da al exterior apenas entra la luz del sol a pesar de ser cerca de las 12 del mediodía.  Llevo el peor mes de mi vida, pero no puedo evitar el sonreír por dentro, pues todo acompaña a la perfección la reunión que voy a tener. Me encuentro en la segunda planta del Arzobispado en Valencia, y estoy esperando al Exorcista.

-Buenos días señor Muñoz.
Me ha saludado un varón de unos 45 años, mas bien bajo aunque corpulento con una poblada barba oscura y de mirada inquisitiva y dura, no parece un cura, irradia seguridad en si mismo y hostilidad, me recuerda a uno de esos Policías de las películas que comen un bocadillo observando a un cadáver desmembrado, y que a los Díez minutos  de llegar, le están preguntando a la viuda donde estaba ayer a las cinco de la tarde con la mujer todavía llorando como una magdalena. Si supongo que eso es este tipo, un Guardia frente a lo desconocido, un soldado de Dios.
-Buenos días, ¿el Padre Tamarit supongo?, el Exorcista.
-  Si soy Vicente Tamarit, encantado de conocerle, la Conferencia Episcopal me ha enviado para ponerme al frente de su caso, en el AVE y esta noche en el Hotel, me ha dado tiempo a leer todos los informes. ¿ Cree usted en Dios Ernesto?
- Hasta hace un mes solo creía en lo que podía ver y tocar, ahora mi visión de la vida ha cambiado por completo, yo mejor que nadie se que existe algo hay fuera llámelo Dios, Demonio, energía extracorpórea o lo que sea. Y me han dicho que ustedes son los únicos que me pueden creer, y sobre todo son los únicos que saben como luchar contra ESO.
-Eso, como usted lo llama, suponiendo que sea verdad lo que ha declarado, son los espíritus de los Soldados fallecidos en aquella fecha histórica y que habiendo muerto embriagados en odio hacia su antepasado, puede que uno o varios de ellos con los últimos suspiros de la vida, le ofrecieran su alma al Demonio a cambio de que este permitiera su venganza. Y  han estado doscientos años en la famosa finca, esperando a que otro Muñoz les desafiara.
-Eso esta claro, no quiero ser incorrecto, pero llevo un mes con pesadillas, eso cuando tengo suerte y puedo dormir. Como va a solucionar el problema.
-Vamos, usted viene conmigo, ya que es una persona tan directa yo seré igualmente sincero, si usted que es su objetivo no esta presente no se manifestaran digamos que le necesito como reactivo.
-Reactivo, chorradas me quiere como cebo, y la respuesta es no.
-Si le necesito para que actúen frente a mi, llámelo como quiera, y esto no es negociable, no me gusta su actitud, a las cuatro de la tarde estaré con mi conductor montado en el coche oficial del Arzobispado preparados para salir desde la C/ de la Paz, a doscientos metros de aquí, le daré diez minutos de margen, si no se presenta volveré a Madrid en el primer AVE de esa tarde y usted permanecerá con “su problema” para siempre.
Evidentemente me he visto obligado a aceptar el ultimátum son las cinco y media de la tarde, estoy sentado en el asiento del copiloto para servir de guía,  tengo una sensación extraña, estoy entrando en el valle otra vez. Me había prometido no volver, y aquí estoy, sentado en el asiento de atrás el Exorcista, no ha abierto la boca en todo el trayecto, no le caigo bien y no se molesta en disimularlo, tampoco procura ser amable con su subordinado, simplemente es el mismo un ejecutor con una misión, noto su mirada en el espejo central lo escudriña todo, estudia el paisaje, reconoce el terreno.
Hemos llegado, tras atravesar la verja que derribe con mi coche hace treinta días, aparcamos frente a las ruinas de “la casa del francés”, la cual vemos que ardió hasta los cimientos, nadie ha venido aquí desde entonces, o al menos no hay ninguna señal de presencia humana, al menos viva.
-Es este el lugar ¿verdad?.
-Si , ya lo sabe Padre. No me contesta ni me mira, el Exorcista comienza a dar vueltas a la casa, el conductor abre el maletero del coche y saca un crucifijo, un recipiente con agua bendita, y el orarium, me he documentado a conciencia de modo que reconozco todos los objetos, Tamarit se pone su orarium de color morado entorno al cuello, por encima de la sotana de manera lenta y ceremonial es un Samurai o un Matador de Toros preparándose para entrar en acción, el conductor se santigua y le pasa el crucifijo y el agua bendita.
Estoy asustado, el Cura ha comenzado el Rito Romano de exorcismos,  esta realizando la aspersión del agua bendita sobre las ruinas de la casa, mientras inicia la oración letanica para arrojar al Demonio, entonces todo volvió a empezar. Esta en el aire sobre nosotros, el águila nos sobrevuela y noto como ha fijado sus ojos en mi.
-Padre cuidado están aquí.
-Silencio, cállese métase en el coche si quiere, me ha interpelado el conductor.
-He recitado la palabra de Díos y te ordeno irte de este lugar, dice el exorcista mientras pone sus manos sobre unas vigas.
-Padre Nuestro que estas en el Cielo, santificado sea tu nombre venga a nosotros tu Reino
Entonces comienza a oírse un ruido intenso, no me lo puedo creer CABALLOS, me doy la vuelta y de entre los olivos surge una carga de caballería. 15 o 20 soldados con uniformes de época, a lomos de corceles negros se nos vienen encima con las espadas desenvainadas y gritando como posesos.  Corro a refugiarme en el vehículo, pero esta cerrado y el conductor esta hechizado mirando a la Caballería fantasma que esta a menos de doscientos metros.
-Hágase tu voluntad en la Tierra como en el cielo, el Cura se ha puesto frente a los caballeros que se acercan a galope tendido reza el Padrenuestro, y levanta el crucifijo con las dos manos, ni siquiera le tiembla la voz, esta loco o tiene un par de huevos, o las dos cosas. Me lanzo al suelo, algo húmedo me toca el cuello…… joder es la cabeza del conductor, lo han decapitado y su cráneo ha caído sobre mi espalda.
-SATAN TE ORDENO QUE TE ALEJES DE ESTE LUGAR, TE LO ORDENO EN EL NOMBRE DE DÍOS, la Caballería fantasma traza círculos entorno al Cura, pero no le tocan, corro ha ponerme junto a el, silbido a mi espalda, me agacho, esquivando un sablazo, me giro y lanzo a la cabeza del jinete lo único que tengo a mano mi llavero, LUCHO CON UN FANTASMA, esto es demencial.
-Ernesto pégate a mi, en el nombre de Dios alejaos de este hombre inocente, yo os lo ordeno.
Me siento bien, estoy en paz todo debe de haber terminado, se acabo el miedo, finalizo la angustia y el dolor.
Y me veo, debo de estar unos cinco metros sobre el suelo, no se como ni por que. Abajo en el suelo se encuentra mi cuerpo, tengo una brutal herida en el centro de mi pecho, de la cual mana la sangre a borbotones.
Es mi cadáver, el conductor del coche eclesiástico y yo yacemos en el suelo a unos metros de distancia el uno del otro. Los jinetes fantasmas han desaparecido, y el Padre Tamarit esta haciendo el signo de la Cruz con su brazo derecho a mi cuerpo, mientras unas lagrimas resbalan por sus mejillas, a mi misma altura esta ella, el águila, ya no hay odio en sus ojos, ni siquiera frialdad, se ha situado junto a mi espíritu, y se que debo seguirla  el águila me guiara, no se donde pero no tengo miedo, pues todo termino.

Fin de Recuerdos de Águila.
En Valencia (España), a febrero de 2012.
Ernesto.

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