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lunes, 7 de octubre de 2013

11-M: MADRID 1425, NOVELA, POR SAID JEDIDI ©, DE TETUAN, MARRUECOS. 33. EPILOGO

Portada: Monumento 11-M (cortesía José Luis Ayuso)

             Era el 5 de junio del 2003. Entre cordón policial y cordón policial había otro cordón policial. Los controles y verificaciones de identidad no se acababan. Una pesadilla…Avanzábamos con los documentos entre las manos.
Al final llegamos a la finca toledana de Quintas de Mora, donde, como lo definiría atinadamente otro testimonio ocular del acontecimiento, Mohamed Boundi[1] en Identidad Andaluza, un 3 de abril del 2009, José Maria Aznar con su infinita admiración por su amigo Georges Bush, trató de montar su propio Camp David en este coto real o reserva natural, iba a recibir a su homólogo marroquí, Dris Jettou en el marco de una Cumbre de una importancia particular habida cuenta de que se celebraba pocas semanas después del quíntuplo atentado terrorista de Casablanca y 15 meses de una ruptura consumida.
Yo conocía al Presidente del Gobierno español… a medias. Siendo aún Presidente del principal partido de la oposición en España (PP) viajó a Marruecos. A su llegada a Casablanca le hice una breve entrevista para Galavisión (Televisa-México) de la que era entonces corresponsal en el Magreb.
En «Quintas de Mora» comencé a barajar las posibilidades del ex alumno de «Nuestra Señora del Pilar» de Madrid de poder agasajar al Primer Ministro de un país con el que las declaraciones altisonantes y los desplantes continuos formaban parte de la autosugestión diplomática del entonces inquilino de la Moncloa y de la línea de conducta de su partido hacia el indomable vecino.
¿Por qué en « Quintas del Moro» ( que, por su lejanía y el defectuoso acceso, a los reporteros marroquíes nos pareció más acorde con el apodo de «Quinto C.») Y no en la Moncloa?
La pregunta estaba a flor de boca entre el reducido grupo de los periodistas marroquíes que acompañamos a Dris Jettou.
Finalmente los que dudábamos seguimos sin saber cosa alguna…
Después de un largo suspense, los señores Aznar y Jettou nos aparecieron como buenos amigos…. Embestidamente  reconciliados.
Un feliz pero, para muchos de los que estábamos en «Quintas de la Mora», surrealista desenlace.
Entre los miembros de la delegación marroquí nadie juzgó oportuno hacer preguntas sobre las múltiples zonas de sombra que rodearon este encuentro, particularmente las razones que indujeron al Sr. Aznar a «exiliarse» en tan recóndito «escondrijo» de tan descortés nombre.
Durante las entrevistas a solas que duraron horas aproveché para contar a mis compañeros la mil veces contada pero sin perder nunca su frescura, historia de una de las crisis pesqueras entre España y Marruecos en los anos 80 cuando SM. El rey Juan Carlos llamo a Su amigo, el difunto SM. Hassan II para pedirle una excepcional prorroga para permitir a la flota pesquera amarrada a reanudar su actividad en aguas marroquíes. El Soberano marroquí acepto inmediatamente y pidió al Monarca español mandar, lo antes posible, a Rabat a una delegación negociadora. Dada la urgencia del tema la delegación española llego al día siguiente muy temprano. Comenzaron las negociaciones y de pronto me llama jefe de la delegación marroquí, el entonces Ministro, Encargado de Asuntos Económicos, Taieb Ben Sheik y me pidió explicarle lo que significaba el nombre del que dirigía la delegación española. Le pregunté como se llamaba. Me respondió: MATAMOROS.
Casi 30 años después, el 20 de abril del 2009 el Gobierno… Socialista Obrero Español, bajo la égida de su canciller Miguel Ángel Moratinos no encontró mejor sede en Córdoba para la reunión del Foro Mediterráneo de la UE y el Magreb llamado 5+5 que…el Alcázar de los reyes Católicos.
Los jefes de diplomacia de Argelia, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez se quedaron boca abierta.
El evento y su significado. La historia que se repite. El error que renace de sus cenizas. La lección que no se aprende.
Durante la posterior rueda de prensa, evoqué con el entonces director de gabinete del primer ministro, Mohamed Ibrahimi la posibilidad de una declaración en exclusiva del Sr. Jettou. Me instó esperar el fin de las entrevistas oficiales.
No obstante antes de que me diera cuenta descubrí que entre los dos jefes de gobierno y la prensa fue instalado un auténtico Check Point.
Imposible de llegar hasta el helicóptero que iba a conducir al primer ministro marroquí y a la delegación que le acompañaba al aeropuerto de Barajas donde les esperaba un avión especial.
De pronto, sin pensarlo dos veces decidí «franquear» el control policial y llegar hasta donde estaban Aznar y Jettou...El primero al pié del aparato y el segundo a bordo. Afortunadamente me vio Mohamed Ibrahimi y pidió a los agentes de seguridad dejarme pasar. Subí al aparato donde ya tomó asiento el Primer Ministro Marroquí quien se excusó, explicándome elocuentemente que no era correcto dejar al huésped español esperando. Comprendí y bajé decepcionado del helicóptero. Al emprender la vuelta al lugar reservado a la prensa escuché la voz del Presidente del Gobierno Español llamándome pero sin atraer la atención de que lo estaba haciendo. Me dirigí a él.
       ¿Problemas? Me preguntó con una dudosa curiosidad
       No Señor. Ninguno.
       ¿Entonces por qué ha visto usted al Sr. Jettou en el último instante? Me dijo, insinuando haber visto la recomendación del Sr. Ibrahimi.
       Sencillamente porque creía que podía obtener una declaración en exclusiva para la Televisión Marroquí.
       Pero… si ya las hemos hecho en la rueda de prensa de hace unos instantes, me recordó con un acento acusador y una sonrisa cómplice.
Con su discreto interrogatorio porque en ningún instante dejó de sonreír, aparentemente el Sr. Aznar quería descubrir «algo » más…. «Algo» que solo anidaba en su visceral concepción de lo que somos los marroquíes.
       Ya le dije, Sr. Presidente, que quería algo en exclusividad.
Me despedí del Sr. Aznar y antes de llegar a la tribuna de la prensa me interceptó una pareja de agentes de la seguridad presidencial.
Casi simultáneamente llega corriendo su superior y les indica que fue el director del gabinete del primer ministro de Marruecos quien me pidió venir a donde estaba el aparato de Dris Jettou.
Poco después tuvo que repetir el mismo «rollo» a nuestro embajador en Madrid, Abdeslam Baraka y al personal de su embajada que me advertían que «por poco iba a crear un incidente diplomático porque agentes de la seguridad presidencial no entendieron nada y estaban a punto de disparar…».
Parece que me tomaron por un terrorista. Para ellos, como para su Presidente, todos los «moros» o casi todos somos, sino terroristas, casi…les parecemos como una gota de agua.
No sé por qué el 11 de marzo del 2004 volví a pensar en todo instante vivido aquél 5 de junio del 2003 en Quintas de Mora. Tampoco logré comprender por qué me vino a la memoria la imagen y el elíptico «interés» de José Maria Aznar con su mueca, medio burlón, medio ilustrativo de lo que «sentía» por Marruecos y por los marroquíes. En cambio me era familiar la cortesía de un hombre, como el Primer Ministro de Marruecos que, para no dejar esperar a su homólogo español, dio el «portazo» a la televisión estatal.
Fue el epítome de una legítima duda en torno a lo que, para mí, era una incómoda verdad sobre un gobierno y su presidente que, por razones que sólo ellos conocen, aprendieron a no confiar en su vecino del sur y que, por las crisis vividas y la naturaleza de sus desenlaces, esperaban proclamar un día que «… cautivo y desarmado… Marruecos….).
No pudo ser así y las cosas tomaron otro rumbo…gracias en parte a que, ante los complejos de superioridad geopolítica de algunos gobernantes en España y su memoria, respecto a su vecino del sur, nefastamente selectiva, Marruecos demostró siempre ser  adulto y estar vacunado.
Espada de nadie.
   Entiendo también (porque así me lo imaginé desde el primer instante en que vi los resultados de la instrucción del 11-M y el consiguiente desenlace de su proceso judicial) que en mi calidad del único musulmán testigo de su tiempo en este entreverado asunto, debo imperativamente tomar una palabra que ningún juez me ha dado.  
Así fue… años después… desde la otra rivera del Estrecho de Gibraltar… Mi palabra se llama: « 11-M: MADRID 1425».

                                                                                    SAID JEDIDI


[1] Mohamed Boundi era entonces Jefe de la Oficina de la Agencia Marroquí de Noticias (MAP) en Madrid.

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