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jueves, 11 de octubre de 2012

RENGO JODIDO ©, por Carlos Alejandro Nahas, de Buenos Aires, Argentina


Al rengo lo conocimos en el bar. No era como el resto de la barra que concurría una vez por semana religiosamente. No. Él se caía una o dos veces por mes, a lo sumo. Un poco más joven que nosotros, alto, casi espigado, orillaba los cincuenta. Jamás nos quiso explicar la razón de su renguera. Como todos sabíamos que era ex combatiente de Malvinas alguien lo sospechó pisando una mina antipersonal y ahí quedó. En el imaginario colectivo. Creíamos que la causa era esa. Y dábamos por sentado, como una verdad de fe, que en lugar de la pierna debería tener una prótesis de metal, de madera o algo similar.
Acompañaba sus entradas con un riguroso bastón de madera, aunque no siempre el mismo. Ladeaba para la derecha y al arrimar la silla adivinábamos cómo se acomodaba la gamba, porque se llevaba ambas manos a la pata, amoldaba la pierna y luego se sentaba.
No era de gran verborragia. Acompañaba con leves ladeos de cabeza las andanzas que contaba el Turco, alguna que otra vez se prendía en un mus con el Tano Brandán, el Gallego y el Ruso, y por todo aperitivo se pedía una caña Legui o un Fernet.
Como era uno de los tantos “errantes” – como los llamábamos nosotros – su presencia semanal habría resultado un incordio, pero como a veces pasaban meses y ni aparecía, el día que se sentaba con la barra, era uno más.
¿El porqué del incordio? Porque tenía un defecto. Pero un defecto de los “fulería”. Lo bancábamos por esa cosa de la falta de constancia que mostraba en las reuniones semanales. Pero que visto con frecuencia hubiera sido un problemón: Era malo. Pero real e increíblemente malo. Todos conocemos los lugares comunes, los mitos urbanos. Que los petisos la tienen grande, que los que usan bisoñé si no son trolos pegan en el palo, que los ciegos son jodidos, y así. Pero en el caso del Rengo la máxima se cumplía al pie de la letra. Era malo por donde se lo mirase.
Ninguno recuerda el día en que se sentó por primera vez. Pero que nos acordamos de todas y cada una de las cagadas que se mandó a lo largo de años, eso, no lo olvidábamos ninguno de nosotros. Era malo pero con mayúsculas. ¿Y cómo era la cosa? Las primeras veces se armaron unos despelotes que ni les cuento. Luego, como en un pacto de caballeros y sin decirnos nada comenzamos a dejar pasar las cosas y el Rengo Malo (“Rengo Jodido” le habíamos apodado) siguió en la suya, con la diferencia que luego de unos años ya nadie le daba bola.
“Che, Ruso, ¿es verdad que ustedes los judíos son más sucios que la mierda y que se bañan una vez a la semana?” fue la primera que escuchamos. Ese día las sillas volaban, los puñetazos salían disparados y lo único que se escuchaba en medio del despelote era el vozarrón del Ruso que gritaba a voz en cuello “¡¡Judío roñoso yo, te voy a cagar a patadas en el culo, rengo de mierda!!”.
Y así las maldades se fueron sucediendo sin que nadie se percatase que cada vez que él venía, ya estábamos prevenidos y le dábamos cada vez menos pelota. “Che, Turco, ¿es verdad que ustedes no “bajan al pesebre” porque Alá se los prohíbe?”, o “Gallego, el otro día la vi a tu jermu por la calle. ¡¡Qué fulera qué es, carajo!!”.
Cuando se cansó de las maldades personales arremetió contra los vecinos. Que Huevito era prestamista y no había muerto ahogado en el Riachuelo sino que lo había tirado la barra al río, cansado de sus cagadas. Que Inés, la Turca, se había volteado a medio Barracas y terminó casoriada con un paisano fulero de Devoto, porque no había gaucho que se bancara su prontuario. Que el loco Sacarsella se caía a las fiestas del centro en pijama y pantuflas y lo corrían a patadas en el culo.
Siempre había tela para cortar en la maldad infinita de su tijera.
Nosotros, lo dejábamos hacer. Sabíamos que era posta que los rengos eran malos y que a nosotros nos había tocado uno. Y de los peores. Y lo aguantábamos con la resignación de quien ve la sudestada acercándose al Riachuelo y comienza a levantarse para no terminar ensopado en casa. Era el Rengo Jodido, y nosotros lo aguantábamos como podíamos.
De antología fue la vez que le dijo al mozo que el café estaba frío y que era una mierda. El mozo José, con su santa paciencia, le retiró el pocillo y al cabo de unos minutos le trajo un cortado en jarrito, hirviendo. Pero en vez de dejarlo sobre la mesa se lo volcó lenta y meticulosamente en sus pantalones mientras el Rengo Jodido se paraba con un cuete en el culo, a los gritos y lo puteaba. José se dio media vuelta y volvió a la caja sin decir ni pío. El Rengo se fue a su casa insultando a los cuatro vientos, limpiándose como podía los pantalones y oreándose con dificultad los huevos escaldados. Volvió a los quince días. Y esta vez le pidió un Fernet, como dejando constancia que cuando no se las bancaban, él reculaba. Era malo pero no boludo.

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Hace cosa de nueve meses viene Lazarito, el de la cochería de Vieytes, con las infaustas. El Rengo Jodido había estirado la pata el día anterior. Sin decir agua va el bobo le dijo basta. Como barra que se precie de tal, al otro día estuvimos en la Chacarita de trajes negros y rigurosa corona. Oficios fúnebres, cajón en tierra, un responso y el Rengo ya no estaba entre nosotros. No había ni madre, ni hijos, ni esposa, ni hermanos presentes. No era de extrañarse con lo malo que era. Sólo nosotros. Al Turco le tocó decir unas palabras que farfulló entre sustantivos de compromiso y adjetivos inexistentes, ante la evidencia de que era más malo que la mierda. Pero bueno, unas palabras santas no se le niega ni al hijo de puta más malo del mundo, pensó mientras las decía.
A los cinco minutos y mientras nos íbamos dispersando, Lazarito se acercó al Turco y estuvo media hora diciéndole no sé qué cosa al oído. Discretos como somos, jamás osamos preguntar por dicha conversación. Y así quedó.

Hoy jueves de tarde, cerca de las siete, el Turco se cae, toma una silla, la acomoda al revés como es su costumbre y nos dispara:
- Muchachos, es hora de que sepan la verdad. Ya pasaron los 9 meses de llanto y luto como dice la Iglesia y es mi deber de amigos contarles la posta.
- El Gallego, sabiendo de antemano de qué venía la cosa le preguntó - ¿Qué te dijo Lazarito en el funeral del Rengo Jodido? –
El Turco nos miró a todos seriamente y nos señaló: - Esto que voy a contarles queda entre nosotros ¿’tamos? – a lo que todos asentimos sin decir agua va.
- La cosa en que cuando recibe al fiambre, la cochería lo desnuda para lavarlo, maquillarlo y esas cosas, como es la costumbre, y ¿a qué no adivinan qué encuentran
- ¿Qué? – preguntan todos ansiosos.
El Rengo Jodido tenía las dos gambas. Enteritas. Del mismo tamaño. Sin un pelito de menos en ninguna de las dos.
- Bueno, dice el Gallego, capaz que estaba inválido, o tenía un infarto en una pierna como el “Dr. House”, ese de la tele.
Esa es la cosa, dice el Turco. Dicen que la curiosidad mató al gato ¿no? Bueno, va Lazarito y llama a un forense de confianza. Le cuenta el caso y le pide que le practique una autopsia pero solo en las piernas. Nada del otro mundo. Como el forense en cuestión era amigo de Lazarito y encima le debía un par de favores, va esa misma noche. ¿Y a qué no saben a qué conclusión llega?
¿A cuál? preguntan todos intrigados.
A que si el Rengo Jodido era rengo, mi culo es el bandoneón de Troilo. Tenía ambas gambas en perfecto estado. Es más, el facultativo concluyo que fue una farsa que inventó el rengo durante todos estos años, ya sea por auto conmiseración, para justificar su maldad o para qué sabe qué cosa. El tema es que el Rengo de rengo no tenía una mierda.

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Después de un rato de silencio, el Ruso – al cual no en vano le decían “pico sacro” - por la certeza de sus conclusiones dijo:

Pero que era un jodido de mierda, era un jodido de mierda, carajo, ¡¡y nosotros como diez años aguantándole sus pedorradas!!

Acto seguido dijo - Propongo un brindis -.

Todos levantamos las copas con lo que teníamos a mano y el Ruso sentenció:

¡¡¡Que ese puto del orto, si hay un infierno, se esté quemando las pelotas en este instante!!!

Y todos a coro contestamos:¡¡Salud!!

2 comentarios:

  1. si? de verdad estás convencido que hay ARTES ARGENTINAS? o que hubo ARTES ARGENTINAS?...te lo comento,ya que después de los años 60,el DI TELLA, y los café concert, nunca jamás,he visto UN CREACION NUEVA, es imposible!ya todo está hecho, en cada área, en cada espacio, ya no existe NOVEDAD, me parece...no se,pero pensas distinto y esto esta MUY BUENO!
    un abrazo
    lidia-la escriba

    www.nuncajamashablamos.blogspot.com mi nuevo blog...vamos que te invito,si queres!

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  2. Querida Lidia
    Cuando con mi mujer abrimos este espacio lo hicimos en primer lugar, para tener un sitio donde despuntar el vicio que es leer y escribir. Y en segundo lugar, para darle la oportunidad a todos los que jamás habían visto sus creaciones publicadas. Y nos llevamos gratas sorpresas. Hemos publicado de todos los países de Iberoamérica y mi novela "El Retorno de Eva Perón" (que puedes ver libremente en este blog también) se publicó solita, porque le gustó a alguien y no tuve que poner un peso. Es verdad, la menesunda, la Minujín, el Di tella, pareciera que ya está todo dicho y hecho. Pero parece que no. Y mientras existan "Soñadores" y sean más que los "Refutadores de Leyendas" siempre va a haber algo nuevo para decir.
    Gracias, infinitas gracias por seguirnos y por gustarte este espacio. Cuando quieras mándanos tus creaciones al correo de arriba y te verás en ellas.
    Un abrazo gigante
    Carlos Nahas

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