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miércoles, 31 de julio de 2013

LA MARIPOSA NEGRA©. por Ranses Diaz, de Santo Dominigo, República Dominicana

-Según me contaron mis mayores, esas mariposas negras y muy grandes son señales de que algo malo sucederá. Son causa de desgracias, anuncian la pronta muerte de alguien, y si le pican a uno, dan fiebre. Hasta se dice que fue el castigo dado a la indígena siboney Aipiri por ser mala madre y mala esposa.
-Abuelito, echémosle insecticida

-Calla muchacho, en este país no matamos mariposas, es de mala suerte. Además, éstas, en particular, dicen que dan los números. Yo mismo me he sacado unos pesitos con los números que llevan en sus alas. En fin, que esas mariposas negras, llamadas en el sur “Brujas”, también dan mala suerte si se les mata. ¿Sabías mi hijito?

-No abuelito.
-Así es, pues ellas son los espíritus de aquellos que murieron sin arrepentirse. Después de muertos, el enemigo malo los convierte en “Brujas” o Mariposas Negras.
-¡Ay María Santísima! Abuelito…tengo mucho miedo…
-Lo sé mi hijito. Lo sé. Cálmate. Hagamos algo. Pásame la escoba que está a tu lado, y vamos a espantarla para sacarle de la casa, y así, alejaremos a ese espíritu maligno.
-No sé abuelito, tengo miedo ¿y si me muevo y ella me persigue y me pica? Me puedo morir ¡Ayúdame abuelito! Tengo tanto miedo.
Con una expresión de terror en el rostro, Danielito se abrazó al cuerpo envejecido de Don Esteban Candelario. El cuerpo del niño estaba helado. Realmente había caído presa del pánico el inocente. Y no era para menos, la historia que acababa de escuchar de labios del abuelo, ya antes la había escuchado Don Esteban, por lo cual, este también sentía mucho temor de aquella mariposa ¡tan grande, tan negra! Pues él, como todos los dominicanos, había crecido escuchando cientos de historias trágicas alrededor de aquel lepidóptero.
Aquellos, fueron segundos muy tensos, que parecieron horas de agonía para ambos. Ni el niño ni el abuelo se decidían a mover un músculo del cuerpo.
Aquel día era brillante y caluroso. Como siempre, no había energía eléctrica, y el calor dentro de la modesta casa era asfixiante, lo que agravaba más la situación. “La Bruja” pegada a una viga durmiente de la habitación, con las alas extendidas, las levó suavemente en dos ocasiones, lo que les pareció una señal inequívoca de que vendría tras ellos.
Danielito y el viejo Esteban Candelario, presos del espanto, cometieron una gran imprudencia, un error muy costoso. En vez de salir calmados de la habitación, comenzaron a agitar los brazos, a gritar y a correr como locos, lo que provocó que la Mariposa Negra, “La Bruja”, levara vuelo y revoloteara sobre sus cabezas. Al punto de que parecía que le iba a picar a Danielito, “El Angel”, un gato machado marrón claro, salto sobre “La Bruja”, dándole alcance en el aire con sus zarpas, introduciéndola luego en su boca, para salir corriendo luego de aquella calurosa habitación, mientras aquellas dos pobres almas, con los ojos desmesuradamente abiertos, no salían del terror asombro…

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